Por Sebastián Dumont- periodista
Son las dos de la tarde en un barrio clásico del conurbano. La hora de la siesta no es una opción, no se descansa. En la plaza se nota el periodo de receso escolar porque está más concurrida de lo habitual y se mezcla con manteras que intercambian sus productos por poco dinero. Se vive el día a día. El silencio es interrumpido por una máquina de la municipalidad que realiza una obra de asfalto, mientras que se leen los carteles del intendente local que busca su reelección. En ellos, promete un futuro mejor, a pesar que llevar ya varios mandatos. Será, de ser elegido, su último mandato. “¿A quién votará toda esta gente?”, pregunto. La respuesta no tarda en llegar: “será como siempre, lo que manda es el bolsillo, más allá de las mejoras que se puedan haber hecho”, afirma un funcionario que transita esas geografías todos los días. La campaña para los intendentes oficialistas asoma compleja, pero también reina la incertidumbre en los postulantes de Juntos por el Cambio que ya vienen gobernando sus distritos. Temen que se esté gestando un voto silencioso sorpresivo de difícil anticipación. Para algunos, las PASO son una ventaja. Para otros, el final.
Como sea, cada candidato, desde lo nacional a lo municipal trabajan en consolidar lo propio. La tarea no es antojadiza ya que hoy es difícil asegurar que hay voto cautivo. Pocos los tienen. Y tampoco está claro hasta qué punto eso es cierto. Se construyó la idea que Cristina Kirchner es una de las pocas dirigentes que los posee. Su frecuente aparición en actos junto a Sergio Massa apunta a lo evaporar esas voluntades que dudaron cuando se anunció la candidatura del ministro de economía. Está claro que Massa es el candidato de ella, aunque en la cancha este Juan Grabois para contener a los más duros. No debería sorprender la recepción que intendentes le hacen al hijo de “pajarito”, militante de Guardia de Hierro en los setenta. Los alcaldes van en las dos boletas. Matemática pura. Todo suma.
Las campañas municipalizadas que adelantamos la semana pasada están vigentes, pero no habrá que esperar ahora un masivo corte de boletas en las comunas. En todo caso, eso será materia a programar cuándo los resultados de agosto estén sobre la mesa. Por eso, para muchos las primarias son una ventaja. Permiten corregir y reformular de ser necesario. No es el caso de quienes tienen competencia interna ahora. La gran mayoría de los intendentes de Juntos por el Cambio las tienen y en el peronismo, los jefes comunales con las pujas más álgidas son Julio Zamora en Tigre, Juan Zabaleta en Hurlingham y Fernando Espinoza en La Matanza.
Sergio Massa juega al filo. Para las PASO necesita asomar como una solidez electoral necesaria para no quedar debilitado. Por eso, está obligado a consolidar el voto duro kirchnerista para después ir a buscar a los desencantados de Alberto Fernández. A los históricos fluctuantes. Juega al fleje con la estrategia. Aunque empieza a dudarse si, ante la oferta electoral, no hay un “voto silencioso” al Ministro, no porque lo quieran o estén contentos por su gestión, sino que radicaría en los temores de lo que puede venir. Hasta el más enojado con él le reconoce astucia y acción. Sergio Massa, al igual que ese intendente del conurbano que promete un futuro mejor y lleva varios mandatos, necesita recrear expectativas. Lo mostró en su discurso reciente en Merlo cuando dijo: “No tocó pasar una difícil, pero está terminando, lo que viene es mucho mejor, lo tenemos que construir entre todos”. La primera sección electoral, donde Merlo es de los distritos más populosos, es clave para recuperar votos perdidos en 2021.
Por ahora, los números que manejan los intendentes de Unión por la Patria no difieren mucho de la siguiente ecuación: ellos mejor que Kicillof y que Sergio Massa. En la mayoría de los casos, ambos no rompen el techo del 40 por ciento. Es muy bajo para aspirar a ganar la provincia y, la nación. Dentro de las estrategias, se le escuchó a Massa decir que había que cuidar que no se desplome Javier Milei porque lo que él pierde lo captura, mayormente, Juntos por el Cambio.
Las recientes elecciones en Santa Fe generaron escozor en el peronismo. Si bien no son extrapolables, generaron euforia en el campamento de Horacio Rodriguez Larreta y Diego Santilli, y preocupación en las huestes de Patricia Bullrich. Se está observando, por estas horas, la fuerte intención del “circulo rojo” para que el final de la batalla lo protagonicen Massa y Larreta. El plan de siempre. El centro y no los extremos.
Las internas mas duras
A medida que se acercan las definiciones, las internas locales toman mayor temperatura. En Tigre, donde disputan Malena Galmarini y Julio Zamora ambos dicen que serán los ganadores. En las cercanías del intendente lo definieron así: “Estamos muy bien, la calle habla. Los números nos dan muy bien pero mejor es sentir la calle, las encuestas suelen equivocarse”. Por el lado de la titular de AYSA, las acciones se multiplican en el distrito con recursos nacionales. El último caso fue la apertura de una oficina de Migraciones en estaciones ferroviarias, terreno que maneja su esposo desde Trenes Argentinos. El problema aquí, como en el resto de las pujas será el día después. Las heridas que vayan a quedar serán de difícil de suturar.
La violencia se ha empezado a instalar en la puja de Hurlingham. Esta semana aparecieron diversos carteles del intendente Juan Zabaleta destruidos y le atribuyen la responsabilidad al candidato de La Cámpora, Damian Selci. “Aunque La Cámpora en Hurlingham distribuye encuestas que dan ganador a su precandidato a Intendente, el mismo que no quería devolver el sillón de intendente cuando Zabaleta volvió del Ministerio de Desarrollo de Nación, parece que los números no son reales y eso pone nerviosos y violentos a la agrupación”, manifestaron desde el gobierno municipal.
El intendente viene de recibir una muestra de apoyo explícito de Sergio Massa a su candidatura. Detrás del gesto afectuoso se esconde la tensión que aún permanece tras el cierre de las listas y avizora lo que vendrá en el peronismo tras las elecciones, sea el resultado que sea. Las aguas están destinadas a dividirse.
Recién ahora Massa y los referentes locales de La Cámpora se muestran juntos en los territorios. Pero los actos no abundan. Desde el inicio de la campaña en Lomas de Zamora, no hubo más actos de Massa y Máximo Kirchner. El diputado sólo ha concurrido a pocos mitines. La intendente de Quilmes, Mayra Mendoza recibió primero a Juan Grabois que al Ministro de Economía. Y ahora, Juan Ustarroz, jefe comunal cercano a Wado de Pedro hizo lo propio en Mercedes.
Por eso, hay que leer más allá en los dichos de Massa este martes en Merlo. “Estoy seguro, Tano, que vas a ser no solo el próximo intendente – en realidad ya lo es pero está de licencia – , sino que vas a hacer una enorme tarea en lo que viene. En la etapa que viene para la Argentina, que sin dudas va a ser mucho mejor”, dijo Massa. Ahí hay un mensaje interno. Para hoy pero para lo que viene. Y sobre todo, por cómo van a quedar los alineamientos entre quienes logren conservar los territorios si el peronismo se despide de la provincia y la nación. En política se discute hoy con los ojos puestos, siempre, en mañana.
