Las definiciones políticas trascendentes se han reducido a los triángulos. El Presidente Javier Milei lo ha definido así al que integra junto a su hermana Karina y a su poderoso asesor Santiago Caputo. Es el de “hierro”. Desde allí se bajan las determinaciones del rumbo nacional, más allá de algunas turbulencias momentáneas. Pero hay otro triángulo que está vigente, no explicitado de esa manera, que guía el rumbo del futuro del peronismo-kirchnerismo-massismo en la Provincia de Buenos Aires. Lo integran Cristina Kirchner, Axel Kicillof y Sergio Massa. Ser parte no significa paridad de poder. Pero de sus conversaciones espera el resto de la política para saber el rumbo a tomar. El reparto llega, incluso, hasta las barras bravas que son protagonistas por estas horas del devenir cotidiano, marcha mediante, bajo el paraguas de la defensa a los jubilados.
Esta semana cobró más cuerpo lo que venimos adelantando desde este espacio semanas atrás. La “utopía de la ruptura” es cada vez más eso, una utopía. La referencia es a si, finalmente, Axel Kicillof se distancia de Cristina Kirchner para armar su propia aventura. A pesar de las discusiones internas y los deseos de algunos, la posibilidad asoma cada vez más lejana. Hace unas horas trascendió una reunión entre los tres con testigos que participaron y aseguran que el camino es la unidad.
La reaparición de Sergio Massa en el congreso del Frente Renovador fue en ese sentido. Sabiendo que lo más probable es el destino referido, su mensaje fue el de unidad aunque haya que deponer “posturas personales”. ¿Se refería a alguien en particular? En cualquiera de los casos, se adelantó y si se logra, buscará adjudicarse el rédito político de haber evitado lo que, en definitiva, Axel Kicillof no quiere. Se trataría de su más íntimo pensamiento. Una barrera que no superan ni Jorge Ferraresi, ni Gabriel Katopodis ni Andrés “Cuervo” Larroque. A ellos, les tendrá que argumentar por qué y en qué condiciones acordaría con Cristina y Massa.
“El problema de los tres es que después de reunirse, tienen que darse vuelta y explicarles a los suyos lo que acordaron”, sostiene un legislador bonaerense con amplia experiencia en negociaciones electorales.
Entre los legisladores de las distintas tribus peronistas esperan definiciones para actuar. La convocatoria a elecciones PASO en la provincia para el 13 de julio que hizo Kicillof es una manera de presionar para que la legislatura aborde una discusión que, en definitiva, se resolverá en el triángulo peronista, no antes. Eso sí, al fijar esa fecha, el gobernador deja abierta la puerta para desdoblar la elección. La postura de Sergio Massa es que pase pero la provincial sea en noviembre, tras la nacional. “Después de octubre, el gobierno va a devaluar y podremos capitalizar esa situación”, argumentan entre los varios aspectos que sirven para justificar la propuesta. En realidad, la misma está planteada desde el desborde interno y la necesidad de que los territorios empujen en la elección nacional donde, probablemente, Cristina Kirchner o Sergio Massa puedan encabezar la lista.
La semana anterior, adelantamos: “Razones simples llevan a pensar que no habrá ruptura final entre Cristina y Axel. Aún a pesar de que el vínculo personal no volverá a ser el de antes. El gobernador ya tomó la decisión de irse de la casa y eso es lo que lo impulsa a un proyecto de emancipación. Para Cristina Kirchner sentirse desafiada es una herida compleja de asimilar. Pero esto es política. Y los intereses suelen estar por encima de los afectos. Por eso, si priman los intereses y no los afectos o enojos personales, la unidad es la salida más lógica. Ir divididos a las elecciones a riesgo de perder ambos sería el final de cualquier proyecto para cuando se discuta, de verdad dentro de dos años y medio. Allí asoma Sergio Massa que se muestra como el garante la unidad”. Pasada la apertura de sesiones en la provincia de Buenos Aires el desdoblamiento electoral asoma cómo lo más probable, lo que necesariamente no significa una ruptura de Kicillof con Cristina Kirchner”.
En medio de las negociaciones que avanzan y retroceden, empezó a hablarse otra vez de modificar la ley que limita más de dos mandatos consecutivos para intendentes y legisladores. Es un tema que, generalmente, se le factura al peronismo pero que goza de su simpatía en todas las fuerzas políticas. La Libertad Avanza juega de líbero en ese aspecto porque recién se está integrando a la vida pública y aún no tiene despliegue territorial propio. Para ellos, el territorio es digital y lo analógico es el barrio, el puntero o la acumulación de presencia en organizaciones libres del pueblo. Al menos en lo discursivo es así.
Cuando se va a la práctica, el armado que se está llevando adelante en el conurbano bonaerense no dista mucho de lo convencional o “analógico”. Incluso, sustentado con referentes que han tenido participaciones marginales en las estructuras consolidadas del peronismo bonaerense. Es extraño pretender renovar la política con personajes que formaban parte de lo más marginal del aparato que se quiere reemplazar. Por razones como estas, la avanzada de Patricia Bullrich sobre las barras podría entrar en terreno sinuoso.
¿Cuál es la realidad? Nadie puede hacerse el distraído y desconocer que los barras que fueron a la plaza en su mayoría forman parte de clubes del ascenso quienes, históricamente, tienen vínculos con la política local. No sólo eso, si se examina con mucho detenimiento las planillas municipales más de uno figuraría como empleado. La cuestión es tan vieja como la política misma, lo que no quiere decir que los intendentes estén directamente involucrados en la organización de esas estructuras. La territorialidad no es lo que era antes. Hubo un proceso de atomización que encontró nuevos actores además de los intendentes que predominaban en los 90 y les permitió alcanzar el nombre de “barones del conurbano”. Luego llegaron las organizaciones sociales – hoy desgastadas – y el narco como “ordenadores” del caos.
En momentos donde se profundiza la crisis de representación, las referencias válidas pueden ser de las más variadas. Desde quién le garantiza la seguridad a un barrio o el acceso a condiciones de vida precarias, o aquellos que pueden conseguir una entrada para el partido del domingo. Para las estructuras de los hinchas caracterizados, la avanzada de Patricia Bullrich con el lanzamiento de la “ley de barras” busca como objetivo principal encontrar los nexos con la dirigencia, pero no la de los clubes, sino los de la política. Podría llevarse una sorpresa, víctima de sus propias internas gubernamentales. En círculos muy cerrados, evaluaban que la publicación de la foto de Karina Milei, Javier Milei, Sebastián Pareja y Lule Menem reunidos con Diego Santilli y Cristian Ritondo – nota al pie de página: ambos muy conocedores del mundo barras bravas – le faltaba uno de los integrantes del triángulo de hierro: Santiago Caputo. Habladurías ubican que ese episodio motivó la difusión de la pertenencia del ex jefe de la barra de Laferrere Fabricio “Fabri” Martínez como armador de la Libertad Avanza en la tercera sección electoral al mando de Sebastián Pareja. Si bien el dato no es nuevo, su recordatorio en diversas usinas periodísticas llamó la atención en la interna oficialista. Podrían haber más revelaciones de ese calibre en la primera sección electoral.

El manejo de la política a través de “triángulos” no evita las fugas que alimentan internas. Algunas de ellas con entrecruzamientos particulares. La avanzada de Bullrich sobre la supuesta responsabilidad de intendentes peronistas en mover barras habría sido alimentada por información procedente del ministerio de seguridad provincial. ¿Fuego amigo? Viejas cuitas no saldadas entre alcaldes y Sergio Berni alimentan los fantasmas, como la buena llegada de funcionarios ligados al ex ministro con autoridades de seguridad nacional. Como se ve, no sólo existen triángulos, sino otras figuras geométricas que encuentran las formas más extrañas.
