Javier Milei y Maria Corina Machado comparten mucho más que una postura ideológica de defensa de valores como la Libertad en contraposición al régimen de Nicolas Maduro. La postura del Presidente Argentino sobre Venezuela es muy anterior a su llegada a la primera magistratura, pero desde el 10 de diciembre afianzó los lazos con la principal líder opositora del país caribeño. Cómo se gestó el ingreso de los asilados a la Embajada Argentina, sus actividades dentro de la residencia en la campaña presidencial, el rol de Estados Unidos y las amenazas del chavismo forman parte de un entramado muy atractivo y singular. Este sábado culminó parte de esa historia con la llegada de todo el personal diplomático argentino que fue echado por el gobierno de Nicolás Maduro.
La llegada de Javier Milei a la presidencia Argentina marcó un antes y un después en las relaciones con Venezuela. Desde el mismo momento en que el Presidente decidió no invitar oficialmente a Nicolás Maduro a su acto de asunción y, en cambio, sentar a su lado a Jair Bolsonaro, el ex Presidente de Brasil, quedó claro el rol que iba a jugar Milei en este contexto internacional. Su declamado alineamiento con Estados Unidos e Israel, eran y son la guía.
Para ese entonces, en Venezuela, la oposición había llegado a un trabajoso acuerdo para dirimir sus diferencias en una elección primaria que, justamente, se desarrolló el mismo día que las elecciones generales en Argentina: el 22 de octubre de 2023. La ganadora por amplio margen fue Maria Corina Machado, quien más tarde fue inhabilitada para poder participar de las elecciones generales del 28 de julio. Una treta armada por el máximo tribunal de justicia venezolano la dejó fuera de carrera. Su idea primaria de reemplazo fue Corina Yoris, quien también fue descartada por la justicia y más tarde llegó el nombre de Edmundo Gonzalez Urrutia, quien se enteró que sería candidato a Presidente cuando fue a participar de una reunión de la plataforma opositora.
Aquí en Argentina, tras ello, se fueron dando una serie de hechos que desembocaron en la simbiosis tan estrecha entre Milei y Machado. Ya el 14 de marzo, el diputado Fernando Iglesias, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja organizó una videoconferencia con Maria Corina Machado. De la misma participaron diputados radicales, del PRO, La Libertad Avanza y Hacemos Coalición Federal. No estuvo el Kirchnerismo, aliado histórico del chavismo. Los allí presentes terminaron de certificar, por si hacía falta, el vínculo entre el gobierno Argentino y la oposición venezolana cuando escucharon hablar al vicecanciller, Leopoldo Sahores. Tres días después, todo el equipo de campaña de Machado tenía pedido de captura en Venezuela.
Todos los años, a finales de marzo, se lleva a cabo la Expo Feria Nacional Agropecuaria Miranda 2024 en el Parque Simón Bolívar de La Carlota, del 20 al 24 de marzo. Mientras esto sucedía, sonó el teléfono celular de un miembro de la delegación Argentina que visitaba la muestra. Del otro lado de la línea, una voz pide auxilio. Allí acababa de comenzar el operativo para que los seis estrechos colaboradores de Corina Machado y Edmundo Gonzalez, pudiesen ingresar a la embajada Argentina en Caracas.
La operación se realizó con el máximo sigilo y sin involucrar a muchos protagonistas. Una camioneta con chapa diplomática se encargó, en primera instancia de ir a buscar a los primeros tres dirigentes. Entre ellos, estaba nada más ni nada menos que la jefa de campaña de Machado, Magali Meda. También ingresaron ese día, Claudia Macero, Pedro Urruchurtu, Humberto Villalobos, Omar González y Fernando Martínez Mottola. Lo hicieron en, al menos, dos tandas.
Tras el primer operativo de “rescate”, llegaron nuevas confirmaciones desde Buenos Aires, con el aval directo del Presidente Javier Milei para ir en la búsqueda del resto de los dirigentes y funcionarios opositores.
Desde aquel momento, la residencia del embajador argentino en Caracas cambió su dinámica por completo. La reacción del gobierno de Nicolás Maduro no se hizo esperar. Y comenzaron los primeros asedios a la sede con cortes de luz e incluso la quita de personal de seguridad en las afueras del edificio. Desde el 10 de diciembre pasado, Argentina no tenía embajador designado luego de la salida de Oscar Laborde, ex intendente de Avellaneda con la Alianza en 1999 y militante del PC en su juventud. A diferencia de los tiempos actuales, Laborde sí tenía intercambio frecuente con Nicolás Maduro, la Vicepresidente Delcy Rodriguez y una figura ascendente en el mundo chavista, Nicolás Maduro Guerra, el hijo del actual Presidente.
Es decir que, la residencia en el coqueto barrio de las Mercedes, operó con un ritmo que desconocía. Los amplios salones y jardines fueron, claramente, el nuevo “búnker” de campaña de la oposición. No hubo un sólo día en el que no se realizaran actividades desde allí en el marco del proselitismo hacia el 28 de julio. Los asilados se levantaban, y comenzaban cada uno con su rutina que, en algunos casos incluía ejercicios físicos y lectura durante varias horas. Pero el contacto con Machado y Gonzalez, vía internet era constante. Y lo siguió siendo hasta la última semana cuando, tras las elecciones del domingo pasado, Maduro ordenó una nueva embestida contra la sede que incluyó nuevos cortes de luz y amedrentamiento. El miedo solía apoderarse de los residentes, potenciado por el caso de Ecuador cuando el gobierno de Noboa decidió ingresar en la embajada mexicana para detener a un funcionario allí asilado.
Desde aquellas jornadas de finales de marzo hasta el 28 de julio, los días fueron transcurriendo entre trabajo, temores, frustración ante las reiteradas negativas para lograr un salvoconducto que les permitiera llegar a Argentina, y hasta con la discusión del menú diario de la comida que fue, otro tema de organización para las autoridades argentinas en Venezuela. Los recursos son, siempre, escasos.
Desde el jueves pasado, cuando echados por el gobierno chavistas la delegación argentina emprendió su regreso vía Portugal y Madrid, los seis asilados quedaron, al igual que la residencia, bajo el cuidado de Brasil.
Entre corridas de último momento, apuro para terminar de organizar la retirada, y hasta momentos de zozobra y emoción, existió común denominador: al agradecimiento al gobierno de Javier Milei por la acción de recibirlos que, al mismo tiempo, les evitó haber caído en manos del poderoso aparato de inteligencia chavista: El Sebin. De haber sucedido, su destino hubiera cambiado de los amplios salones de la residencia argentina, a oscuros cuartos de tortura en el Helicoide, el centro de detenciones de la inteligencia venezolana.
La estructuración del SEBIN merece una historia en sí misma por su enorme diversificación y amplias ramas en la que se divide que, de todas formas, coinciden en un punto: la temerosa acción al servicio del régimen chavista cada vez más violento. Desde esas mismas oscuras oficinas resuena una definición tajante de sus máximos responsables: “La división de poderes es un divertimento pequeño burgués”.
