A sólo quince días de cumplirse el famoso plazo de las cien primeras jornadas que suelen tener los gobiernos cuando arrancan, ya puede observarse en el dispositivo nacional y el de la provincia de Buenos Aires cómo se han acomodado los actores de cada uno de los sectores más importantes que le dieron vida a la unidad del Frente de Todos. En una semana plagada de actos institucionales por las aperturas legislativas, tanto en la Nación, las provincias y los municipios, diversas movidas pusieron de manifiesto cómo se reparte el equilibrio interno del oficialismo. La provincia de Buenos Aires aparece, una vez más, como el territorio donde se juegan las mayores contiendan, por ahora, poco visibles para el gran público que espera ver mejorada su economía y, sobre todo, su vida cotidiana donde la costumbre de convivir con el delito en el conurbano no significa que el tema haya desaparecido. Todo lo contrario.
En su discurso ante la legislatura bonaerense, el gobernador Axel Kicillof hizo lo que se presumía que haría. Enfocó con mucho énfasis en poner blanco sobre negro la “herencia” que recibió del gobierno de María Eugenia Vidal y dejó claro que la política es la lucha por los recursos. Al igual que Cristina Kirchner en un acto en La Matanza en el mes de diciembre, hizo hincapié en la desigualdad en el reparto de los fondos entre la ciudad e Buenos Aires y el territorio bonaerense. No es menor seguir de cerca la evolución de estos dichos y las acciones que puedan venir detrás. El mensaje del gobernador es para el gobierno nacional, es decir, para Alberto Fernández. En la misma semana, el jefe de Estado se mostró en una reunión con el alcalde porteño y otros gobernadores de la oposición.
La historia de lo que aporta la provincia de Buenos Aires al PBI nacional y lo que recibe de coparticipación es una discusión añeja que, cada tanto y según las necesidades políticas regresa. Luego de la consolidación del Fondo del Conurbano que se creó a instancias de Eduardo Duhalde en 1991, el otro que intento para poner sobre la mesa el tema con dureza lo hizo Felipe Solá cuando su ministro de Economía era Gerardo Otero. Rápido de reflejos, en aquel entonces, Néstor Kirchner abortó la escalada porque nunca estuvo dispuesto a darle rienda suelta para que la independencia económica bonaerense se transforme en independencia política. Mas cerca en el tiempo, María Eugenia Vidal logró una actualización del Fondo del Conurbano.
Alberto Fernández sabe muy bien de aquella historia, por eso, habrá que ver cuál es el resultado de una demanda que promete ir en ascenso. Por ahora, la problemática de la deuda sirve de tapón para justificar austeridad. Pero ello no durará mucho tiempo y se vinculará a los movimientos políticos internos del Frente de Todos.
Sí sorprendió a propios y opositores la ausencia en el discurso del gobernador de referencias sobre la inseguridad. Al margen de repasar las estadísticas del abarrotado sistema penitenciario, no hubo mención alguna sobre la labor que lleva adelante Sergio Berni. Los intendentes de Juntos por el Cambio salieron a marcar el detalle que para nada es menor. El delito en el conurbano no cesa y las marchas en reclamo de mayor seguridad se repiten en distritos más allá del color político. En la gobernación están convencidos que muchas de esas acciones responden a estímulos locales de representantes del macrismo. De todas maneras, resulta extraño la decisión del gobernador de darle un elemento a la oposición tan sensible como la seguridad. Esa incertidumbre se traslada a la propia policía bonaerense que aún no tiene certezas de cuál será el futuro inmediato de los altos mandos.
Esta semana Axel Kicillof comenzó a materializar otro de los acuerdos “pre existentes” que así mismo había definido ante los jefes comunales a días de asumir. Se confirmó la llegada a la presidencia de Lotería Bonaerense de Omar Galdurralde, un hombre cercano a Martín Insaurralde, Intendente de Lomas de Zamora y uno de los alcaldes que se hizo presente el lunes en la legislatura. Razones no le faltan. Mantiene equilibro entre todos los sectores en pugna en el tablero bonaerense: el gobierno, Massa y Maximo Kirchner, es decir La Cámpora que, salvo el caso de Santiago “Lalo” Révora brilla por su ausencia en el gabinete de Axel Kicillof. El joven camporista está ligado a Wado De Pedro y desembarcó en la Secretaría de Asuntos municipales. Es decir, fue puesto allí para relacionarse con los intendentes o ¿para controlarlos? La respuesta se dará camino al andar.
A la misma hora que habló Kicillof ante diputados y senadores, otros intendentes del conurbano justificaron su ausencia por tener ellos sus propias aperturas de sesiones en los Concejos Deliberante. Desde el año pasado, las sesiones en los municipios comienzan en marzo cuando históricamente su apertura eran en el mes de abril. De allí que varios no llegaran a La Plata el lunes pero defendieran, vía twitter, los postulados del gobernador. Distinto fue el entusiasmo que mostraron a la hora de subir fotos en apoyo a Alberto Fernández un día antes. Detalles que marcan el juego de equilibrios. Es más, algunos movilizaron a la plaza del Congreso pero no repitieron acción en la ciudad de La Plata. Uno fue el caso del paceño Mario Ishii que solía hacer estas movidas con Néstor Kirchner y Cristina Kirchner. La tensión con Kicillof es elocuente más allá de la foto registrada semanas atrás. En estas horas, habrá una similar con Alberto Fernández quien, en su agenda, intercala tiempo para recibir a los intendentes del Gran Buenos Aires. Días atrás se mostró con el jefe comunal de Malvinas Argentinas Leonardo Nardini, mencionado para discutir la presidencia del PJ nacional de la cual es ahora vice presidente.
Para los jefes territoriales es clave el resultado de la renegociación de la deuda. Todos ellos necesitan que la figura de Alberto Fernández se robustezca al ritmo de un mejora palpable de la economía. No en vano, horas antes del Congreso Nacional del PJ, el justicialismo bonaerense que preside el merlense Gustavo Menéndez emitió un comunicado de apoyo a Fernández y también al gobernador Axel Kicillof. Pero la lectura es clara. Para equipar la tensión que, indefectiblemente vendrá con La Cámpora, los alcaldes necesitan de un presidente fortalecido. En el TEG bonaerense cada uno mueve sus fichas.
La Cámpora buscará reinar más municipios apalancados por los nombramientos que se están dando en delegaciones locales de Anses y Pami. Y sobre todo por la imposibilidad aún de muchos intendentes para renovar sus mandatos en 2023. También habrá, lentamente, un avance de un sector ligado al Presidente Alberto Fernández, de la mano de su jefe de gabinete Santiago Cafiero. Hay que seguir de cerca los movimientos del joven funcionario. En silencio ha logrado ubicar gente de su confianza en lugares con manejo en la estructura de las empresas del Estado Nacional. Le destacan su compromiso para con quienes fueron jefes o pares suyos durante su paso por el sciolismo. ¨No dejó tirado a nadie”, sostienen quienes lo conocen bien. Algunos casos donde se ve la mano de Santiago Cafiero son la presidencia del AABE con Martín Cosentino, el directorio del Banco Nación donde llegó Martín Ferré, la cúpula de Garantizar donde ubicó de presidente a Gabriel Gonzalez y nombró de director a Juan José Castro, actual presidente del PJ de San Miguel. Hasta Alberto Perez, el otrora hombre fuerte del gabinete de Scioli logró llegar, en silencio, a una silla del directorio del ERAS, el ente que regula Aguas y Saneamiento, es decir la actividad de AYSA presidida por Malena Galmarini. Por ahora, los únicos dirigentes que tienen “bolilla negra” son aquellos que formaron en algún momento parte de la estructura de José Ottavis. En La Cámpora aún le facturan haber “ridiculizado” a la agrupación que se prepara para ir por más. Y, por eso, las tensiones afloran. ¿Será otra vez Sergio Massa el arbitro que ayude a ordenar el mapa provincial?