Por Sebastián Dumont – Periodista
Últimas horas de una era que termina. Cualquiera sea el resultado del domingo, Argentina ingresará en una nueva era política con el alumbramiento de nuevas alianzas y la culminación de las coaliciones tal cual han sido moldeadas hasta ahora. De las coaliciones a la colisión. Habrá un choque contra una nueva realidad que comenzará a moldear el mapa político de los próximos años con ascensos y descensos. Lo mismo sucederá en la provincia de Buenos Aires con un agregado muy importante: desde el 23, aquellos intendentes que consigan su reelección o el propio gobernador si lo logra, comenzarán a transitar sus últimos mandatos. Novedoso para la historia bonaerense. Mientras tanto, la palabra que más se repite en las mesas políticas es “impredecible” para describir cuál podría ser resultado del domingo.
La manera que encontraron los encuestadores o analistas de opinión para evitar quedar mal parados cuando se conozcan los resultados del domingo es decir que tienen tal o cual escenario medido “salvo que aparezca un cisne negro”. En la PASO, el cisne negro fue Javier Milei, a quien todas estas mismas encuestas que antes lo daban tercero hoy lo siguen dando primero. Son los mismos trabajos que adelantan una segunda vuelta entre Sergio Massa y el economista libertario.
En el entorno de Massa reina una sorprendente expectativa sobre la performance del ministro de economía.. Aseguran que en la provincia de Buenos Aires creció en el conurbano y que Patricia Bullrich hizo lo propio en el interior y, a nivel nacional , dicen estar parejos con Javier Milei en el rango de los 30-35 puntos. Ese escenario le daría la chance a Axel Kicillof de renovar su mandato en la gobernación, algo que parece más claro que otras cosas.
Hay que mirar con mucho detenimiento la foto del abrazo del martes en el cierre de campaña bonaerense entre Massa y Kicillof. Ese es uno de los vértices del nuevo esquema que asoma en la política argentina. El resultado lo terminará de moldear. Pero detrás de esa imagen hay otro movimiento que mirar. Y es la ausencia de La Cámpora. Lo sucedido en Sarandí es sintomático. Máximo Kirchner ya no es protagonista en este tramo de la campaña. Lo vio desde la platea, no subió al palco, aún siendo quien encabeza la lista de diputados por la provincia. Hace tiempo su imagen en los carteles de la vía publica desaparecieron y sólo se ven los de Massa y Kicillof. Internamente le pasan factura por su sociedad política y algo más con al ahora caído en desgracia Martín Insaurralde.
El comentario que circulaba en los espacios más íntimos debajo del escenario tras el acto es que habría sido el propio intendente de Ensenada, Mario Secco quien “le puso los puntos” a Máximo Kirchner. Es un dato relevante porque se trata del jefe comunal más relacionado con el ala dura K y desde donde nació la “mesa de Ensenada” que solía juntar semanalmente a los referentes de ese sector. Le han empezado a correr el banquillo. De alguna manera, se empieza a cumplir la profecía del experimentado barón del conurbano Mario Ishii cuando luego del cierre de las listas en junio le advirtió a Maximo Kirchner que ni se le ocurriera pisar José C. Paz y que iba a pedir que lo corran del PJ bonaerense. Al parecer, el Insaurralde gate está haciendo el resto.
Entre el reseteo de la política que ya se vive, se está fortaleciendo un eje de buscará además desplazar o, al menos, capturar parte de los tentáculos que ha desplegado Insaurralde en varios ámbitos públicos y privados. El mencionado Mario Secco, Jorge Ferraresi y Fernando Espinoza se disponen a avanzar en ese esquema. Seguramente sumarán aliados de la primera sección electoral. Algunas tareas que en campaña llevaba adelante Insaurralde en el reparto de efectividades conducentes, ha cambiado de manos. Para el alcalde de La Matanza esta acción podría encuadrarse en el viejo axioma que reza “la venganza es un plato que se come frio”. Deudas nunca saldadas de un enfrentamiento histórico que tuvo un punto álgido cuando lo desplazaron a Espinoza de la conducción del PJ bonaerense.
Asoma una nueva morfología de las coaliciones porque el domingo o, a más tardar el 19 de noviembre se termina Juntos por el Cambio tal cual se lo ha conocido. Los propios intendentes que forman parte de ese esquema están haciendo todo lo que tienen a su alcance para garantizar ganar sus distritos. Esto implica repartir las boletas cortadas sin los candidatos nacionales hasta grabar un spot como el que se difundió esta semana donde Diego Valenzuela llama a sus vecinos a “votar en libertad”. Lo mismo se vio en General Pueyrredón, donde Guillermo Montenegro mandó a repartir la boleta de Javier Milei junto con la suya, operativo que se profundizó luego de visita del líder de la Libertad Avanza por Mar del Plata en sus clásicas caravanas al estilo Menem ´88.
“Lo hacen todos los intendentes, de todos los partidos políticos”, se sincera un operador con mucha experiencia en estas lides. Es así. Peronistas y radicales. Esta elección, además de ser la de la reconfiguración, es el comicio de la supervivencia. Y hay que sobrevivir en los territorios para prepararse para ser dadores de gobernabilidad si se impusiera Javier Milei.
Si hay algo que no se le puede negar a Javier Milei es su sinceridad brutal y políticamente incorrecta. Fue así como reconoció que el rol de Guillermo Francos como eventual Ministro del Interior será quien activará la “ambulancia” terminó utilizado en política para ir en la búsqueda de los heridos de otras fuerzas políticas. Es decir, el propio Milei anuncia la conformación de una nueva coalición. A su manera, es parecido a lo que propone Sergio Massa cuando llama a un gobierno de unidad nacional.
También asoma un nuevo tiempo en el conurbano bonaerense donde no habrá cambios significativos en los colores políticos que gobiernan en la actualidad. Apenas un puñado cambiarán de signo y habrá que ver si la Libertad Avanza puede coronar en alguna comuna del Gran Buenos Aires, como Moreno que es donde eligió cerrar Milei su campaña bonaerense. Desde Juntos por el Cambio tienen expectativas en desplazar al peronismo en Hurlingham, Ituzaingó, Morón y ahora Lomas de Zamora. Pero no habrá mucho más. Salvo en aquellos distritos donde jure un intendente nuevo en diciembre, en el resto las reelecciones serán el paso previo al final de sus mandatos.
La liga de intendentes que nunca llegó a serlo, empezará a despedirse el próximo 10 de diciembre. No habrá margen para un nuevo cambio de ley que habilite la reelección indefinida otra vez. Por tal razón, la re configuración se dará también estos ámbitos. Crecerán las opciones de quienes se auto perciban como posibles reemplazantes del gobernador. Y, al mismo tiempo, en sus distritos les surgirán competencias internas alumbradas por un nuevo tiempo.
El problema de los efectos del caso Insaurralde, que fue superado en las redes sociales por el escándalo de los audios de Carlos Melconian, es que se puso sobre la mesa una realidad que conocían muy pocos pero imaginaban muchos en relación al intendente de su pueblo. Si bien resulta ilógico poner a todos los barones en la misma linea, sí hay mecanismos que suelen repetirse en todos los casos. Eso dio lugar a la creación una nueva categoría en la sociedad argentina: la oligarquía política de arriba hacia abajo. Todo ese sistema también ingresa en tensión.
Por eso, no sorprende que, en barrios como Fuerte Apache de Tres de Febrero, se piden casi por igual las boletas de Milei y de Massa. Un constante que se repite en barrios de esas características. El peronismo, tal cual lo describió “Pepe” Mujica perdura pero se va atenuando. Es que pasó de ser el garante de trabajo formal y salarios dignos, a serlo del asistencialismo. De ahí parte de su permanencia. El problema es que ahora, el asistencialismo dejó de alcanzar, entre otras cosas por los efectos de la inflación, gestada por el aumento del gasto público y el endeudamiento para mantener ese modelo del “Estado Presente”. La moneda sigue en el aire. De lo que no hay duda es que termina una era.