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Análisis: Bases para un nuevo diseño político 

Por Sebastian Dumont

Por unas pocas horas Javier Milei y Axel Kicillof coincidieron en algo. Ambos estuvieron al mismo tiempo en Italia. Con agendas muy distintas, como es su propia vida política que los lleva a elevar una tensión cómoda para ambos. Se eligieron, por conveniencia o simple necesidad económica como los adversarios. Y esta semana lo demostraron más que nunca. Aprobada la ley de bases, aseguran que es el tiempo del rediseño político en el gobierno nacional que operará sobre los cimientos de la estructura del peronismo en general y del bonaerense en particular.

Vale la pena tener en cuenta algunos aspectos de lo que está sucediendo. “Milei se siente mejor con los peronistas que con radicales o el PRO”, desliza alguien que convive en la Casa Rosada todos los días con despacho cercano al Presidente. Y esto sirve para contar que, a excepción de Axel Kicillof y el gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, las negociaciones con los mandatarios peronistas es más fluida de lo que declaman las expresiones del Presidente. Quedó demostrado en la colecta de votos en el Senado. Aún, en casos donde las aparentes hostilidades se convirtieron en funcionales ausencias. Más que nada en la votación en particular.

Para entender esta dinámica, es útil siempre apelar a ese viejo axioma: “no te fijes en lo que digo sino en lo que hago”. En otras palabras, Milei y sus ataques a “La casta” son la manera que tiene el Presidente de sostener su principal insumo que lo ha traído hasta acá. Pero reposa en Francos la negociación con esa casta, necesaria para poder avanzar en la gobernabilidad necesaria. De hecho, los últimos movimientos del gabinete apuntan en esa dirección. La creciente influencia de Santiago Caputo en el diseño del poder interno, junto a Karina Milei, explican la llegada y la apertura a sectores siempre dispuestos a ser “dadores voluntarios de gobernabilidad”. Como sostiene el politólogo Federico Zapata en reciente nota, las experiencias gubernamentales de los “outsider” lo requieren, para armar sus equipos.

Dice Zapata: “Para lidiar con este problema de “recursos humanos”, los outsiders de otras geografías, anidaron en viejas estructuras. LLA dispone de dos estructuras potencialmente cooperativas en Argentina: el peronismo no kirchnerista y el PRO. Hasta el momento, sin embargo, Milei se ha negado a negociar y sistematizar la construcción política de una corporación libertaria, con resultados negativos elocuentes, salvo donde habilitó “excepciones a la regla”: Francos (peronismo no kirchnerista) y Bullrich (PRO). ¿Logrará Francos alterar este impulso disfuncional inicial y conformarse en algo así como el primer ministro de un gobierno que implora un ordenamiento de la política y la gobernanza? La tarea que tiene por delante es enorme, sobre todo porque implica fabricar ese sistema en un acuerdo estable con un presidente que ejerce algo así como un liderazgo de ideas indolente y desprovisto de preocupaciones “mundanas”. Otro parecido de familia con el kirchnerismo, esta vez con Cristina Fernández. Dos líderes más preocupados porque la realidad se adapte a sus ideas que por adaptar sus ideas a la realidad. Creo que, en este tablero –el político– se juega la suerte de la experiencia libertaria (tanto o más que en la economía)”.

La carencia de esos equipos es lo que explica, en gran parte, el escándalo que se generó en torno a Sandra Pettovello en el Ministerio de Capital Humano.  Como en otros ámbitos de la gestión. Si bien esta semana la espuma bajó, las corrientes subterráneas siguen moviéndose. Para entender esa lógica hay que mirar lo que sucedió cuando Pettovello decidió avanzar con auditorías en el FISU (El Fondo de Integración Socio Urbana). El área, que durante el gobierno de Alberto Fernández reportaba a Juan Grabois, ahora está controlada por Sebastián Pareja, armador de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires y muy cercano a Karina Milei. La pararon en seco a la Ministra, sobre la que  ya cuelgan las más varias apuestas de cuando llegará su salida del gobierno.

Ahí hay una línea muy definida en la expansión política de la Libertad Avanza. Pero no alcanza y lo saben. Los cambios que se precipitaron antes de la sanción de la ley no frenan los que vendrán en el rediseño del dispositivo político del gobierno. Sugieren la incorporación de peronistas no K con  experiencia. Circulan ya nombres.

Está claro que la llegada de Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete persigue ese objetivo quien, junto a Lisandro Catalán, trajinan el espinel de los vínculos políticos. Bajo ese paraguas, causó mucho revuelo la novedad de la incorporación de José Luis Vila en el ámbito de la Jefatura de Gabinete para ocupar la Secretaría de Estratégica Nacional. Es un cargo vidrioso como su nombre.  Vila viene del radicalismo, ingresó en la SIDE en los albores de la democracia y estuvo durante los tiempos de Becerra en el gobierno de Fernando De La Rúa. Se lo conoce por ser del ala del siempre presente Enrique “Coti” Nosiglia y su paso por la ex SIDE generó mucha controversia entre los mismos agentes. La lectura es que al organismo volverán los “históricos”. Un ejemplo más de lo que describimos líneas arriba tomando el fragmento del texto de Federico Zapata.

¿Cuánto de todo esto importa en la sociedad que apoya a Milei? Seguramente no demasiado. Al momento la imagen del Jefe de Estado sigue teniendo niveles altos de aprobación pese al feroz ajuste que se está llevando a cabo. Pero sí hay focos preocupantes para mirar. Uno es el desempleo. Empezó a tener luces amarillas.

Según el FMI, la economía Argentina va a caer 2,8% y lograría recuperarse para el 2025 en torno al 5%. Si se miran las mismas proyecciones, se observa que la inflación, según el mismo organismo para este año será de 140% y de 45% para el año próximo. Una baja del 100%. Datos muy relevantes si se cumplen porque serán en un año electoral. El dato del mes de Mayo le dio un excelente cierre al gobierno: 4,2%.


Parado en la vereda de enfrente, Axel Kicillof aceleró esta semana para ponerse al frente del reclamo que le impacta a sus arcas más que a ninguna otra. Antes de viajar al Vaticano a entrevistarse con el Papa Francisco, encabezó una movida con intendentes para reclamar por los fondos que se han cortado. Debe atravesar ahora el peor de los desafíos: gobernar para construir su candidatura presidencial sin plata. El apaleado Alberto Fernández lo había malacostumbrado con giros y giros.

Como en toda acción de estas características, siempre es importante detenerse en las presencias, pero sobre todo en las ausencias. Entre los barones del conurbano sobresalió la de Fernando Espinoza (La Matanza) matizada porque sí estaba Verónica Magario. Tampoco se hicieron presente Leonardo Nardini de Malvinas Argentinas o Gastón Granados de Ezeiza, por mencionar casos importantes del Gran Buenos Aires. Ellos le restan dramatismo a la situación, pero algo está pasando.

“Nosotros no nos vamos a meter en una pelea que no existe”, sostuvieron desde un despacho municipal. Son cada vez más lo que intentan no ser arrastrados por las pujas de Jorge Ferraresi para quedarse con todo lo que manejó  y maneja Martín Insaurralde – a propósito, un hombre ligado al lomense podría desembarcar en el gobierno nacional – y por la impronta que quiere darle el Ministro de Desarrollo Social Andrés “Cuervo” Larroque en su pelea con La Cámpora. A esta altura, en algunas de las oficinas municipales están cada vez más dispuestos a recibir llamadas de Balcarce 50.

En esa búsqueda de recursos, los intendentes empezaron a afinar el lápiz sobre los ingresos a esas comunas. Y pusieron el ojo sobre un ítems que podría desatar un problema con el gobierno bonaerense: las multas de tránsito. En épocas de vacas flacas tomaron nota las caída de la recaudación por ese rubro. ¿Qué está pasando? Se preguntaron. ¿De repente los automovilistas tomaron más conciencia?. No lo creen. Y empezaron a hurgar en extrañas gestorías que evitan que las multas lleguen al erario municipal e incluso a las empresas que prestan el servicio. Se resolverían en una instancia intermedia. Si bien los convenios difieren en cada comuna, habitualmente de una infracción la provincia percibe el 20%, la comuna el 40% y la empresa u organismo intermedio el otro 40%. En tiempos de abundancia, los montos podrían pasar desapercibidos. Pero ahora no hay plata. Y se nota.

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