Por Sebastián Dumont
La Argentina en decadencia se expresa en todos o casi todos sus aspectos. Los temas regresan una y otra vez, siguiendo la máxima de Karl Marx en el 18 brumario de Luis Bonaparte, primero como tragedia y luego como farsa. El comienzo del año nos encuentra con la agenda de la discusión por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y como es una constante en la historia del país, existe un “deja vu” en escuchar y leer lo mismo como un ejercicio circular.
La reunión encabezada por el Presidente Alberto Fernández, el Ministro de Economía Martín Guzmán y gobernadores sirvió para dejar en claro conceptos que habían sido esbozados en otras oportunidades. “No habrá ajuste”, repite el Jefe de Estado a lo cual le suma que tampoco habrá aumentos siderales de tarifas. Lo que no queda claro es cómo se llegará a la meta del deficit que pide el FMI. ¿Seguirá la reducción del gasto vía licuación por inflación? El año pasado acaba de terminar con un 47% de aumento de precios. Y todas las proyecciones marcan que no será muy diferente en 2022.
Si uno hiciera un rápido ejercicio de cerrar los ojos y escuchar las expresiones de este tiempo en relación a las negociaciones con el FMI, podría confundirse las fechas. En otras ocasiones, se dijo lo mismo y los resultados están a la vista. La Argentina, salvo en períodos excepcionales, mostró involución.
El sociólogo Juan Carlos Torre, en su imprescindible libro “Diario de una temporada en el quinto piso” relata en primera persona su experiencia como funcionario del ministerio de Economía en el gobierno de Raúl Alfonsín a inicios de la década del 80. Allí se narran cada uno de los pormenores de la primera negociación con el FMI para reestructurar la deuda con el organismo. De increíble parecido con el presente, los términos utilizados son los mismos que ahora. Pero 40 años atrás. Un clara demostración de los inconvenientes que tiene la Argentina para avanzar y la propensión permanente a retroceder.
En aquel entonces el Ministro de Economía era Bernardo Grinspun y parte de los funcionarios eran hombres que luego ocuparon cargos en otros gobiernos. Casos como José Luis Machinea, el propio Juan Vital Sourrouille, más tarde asumió como titular de la cartera de economía.
“..En una de las tantas charlas con Ferrán, funcionario del Fondo, sostuvo que, con este nivel de inflación y con falta de crecimiento, el sistema democrático que tanto le preocupaba al gobierno argentino no habría de afianzarse. Canitrot (vice ministro de economía) comentó luego que no pudo reaccionar ante ese comentario de Ferrán, con el que coincidía, porque estaba trabajando en el marco de la orden del presidente que marcaba la necesidad de un aumento del salario real. Las conversaciones con la misión del FMI tenían dos temas centrales: La deuda y la inflación..”
Como se puede apreciar en este pequeño fragmento del libro referido, los temas se repiten. Las necesidades fiscales iban a contramano de las necesidades políticas. De hecho, Alfonsín no quería bajar las banderas del aumento salarial que había prometido para el año 1984, un año donde la inflación se acercaba al 300% . Las idas y vueltas eran permanentes.
Incluso, circuló por aquellos tiempos una anécdota muy particular. En un momento de las charlas, en ministro de economía Grinspun, ante el enviado del Fondos, se habría bajado los pantalones, de manera literal, y expresó: “Acá estamos, si nos quieren c….”. Tras ello, poco tiempo después renunció, algo que se veía venir tras una charla que el propio Alfonsín había tenido con Sourrouille, a la postre su reemplazante.
La apelación a este ejemplo histórico es solo a muestra de la permanencia de las situaciones.
En la actualidad, la Argentina negocia con el FMI una vez más. Las necesidades políticas y fiscales no coinciden. Es cierto que ha pasado mucha agua bajo el puente. Pero como en aquel entonces, la lógica es similar. Un gobierno que intenta mostrarse inflexible a las peticiones del organismo y hasta cree encabezar movidas ejemplificadoras para el resto del mundo.
Aquella vez fue la promulgación de una carta de intención de manera unilateral, ahora pidiendo reglas excepcionales en función de un crédito excepcional. El propio Martín Guzmán reconoció que aún las diferencias están en el terreno fiscal. Pero también las habría en la arena política.
La reciente reunión con los gobernadores reciente, buscó mostrar cohesión interna ante lo que el propio FMI observa como una elemento central para avanzar en cambios profundos.
El acuerdo, tarde o temprano llegará. Y cuando ello suceda quizá arribe el momento adecuado para pensar si los argentinos alguna vez irán en búsqueda de torcer el destino que hasta aquí se ha empecinado. Pasan los años, pasan los gobiernos, y lo único que se consolida es la decadencia. Es hora de cambiar la lógica.