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La solapa de Kicillof y el armado bonaerense de Alberto Fernández.

Por Sebastián Dumont

kici en escobar

Alberto Fernández suele referirse a sus tiempos como jefe de gabinete de Néstor Kirchner para explicar que hicieron y que hará si le toca ganar la presidencia. Lo usó en un spot publicitario de campaña antes de las PASO. Aquella experiencia gubernamental podría encontrar similitudes y muchas diferencias con el país que le tocaría gobernar desde el 10 de diciembre. Si la lupa se detiene sobre cómo fue el manejo del ex presidente con los intendentes del conturbano, es interesante refrescar ello para auscultar si el candidato del Frente de Todos aplicaría el mismo método. De cómo se mueva, servirá para entender por donde pasará la relación con Axel Kicillof en caso que derrote a María Eugenia Vidal.

Néstor Kirchner entendió que su construcción política para desmarcarse de Eduardo Duhalde, debía contener a los intendentes del  Gran Buenos Aires que el ex gobernador había alimentado y creado desde su conducción e incluso con la división de distritos donde surgieron nuevos líderes territoriales. La manera que encontró Kirchner fue muy simple: les giró recursos de manera directa sin pasar por la gobernación, el trato personal con ellos y la construcción de un esquema que condenara al gobernador de la provincia a un mero administrador de los escasos recursos. En ese tiempo era Felipe Solá, luego fue Daniel Scioli. Ninguno pudo desplegar armados propios que le dieran independencia política. Por eso se llegó a la situación que un presidente de la Nación fue a cortar la cinta de un simple asfalto en el conurbano. Impensado en otros tiempos.

El candidato del Frente de Todos sabe muy bien aquella experiencia que se basaba más los recursos provenientes del Ministerio de Planificación Federal. Allí estaba Julio De Vido, quien nunca se llevó del todo bien con Alberto Fernández. Buscará replicar esa experiencia para condicionar al gobernado futuror y lo que el pueda representar. Léase Axel Kicillof. Aún es una incógnita. Pero hay tenues señales.

En su viaje a Bolivia y Perú de estos días, Fernández sube al avión a los intendentes de San Martín Gabriel Katopodis y de Hurlingham Juanchi Zabaleta. Ambos fueron parte del proyecto Florencio Randazzo en 2017 cuando compitieron con Cristina Kirchner. Lo mismo que el movimiento Evita. Hoy todos ellos forman parte del núcleo político más cercano al candidato, igual que Felipe Solá, la primera víctima de aquella mirada de Néstor Kirchner sobre la provincia de Buenos Aires.

La relación de Fernández con Katopodis y Zabaleta a los memoriosos le hace acordar la de Néstor Kirchner con Julio Pereyra y Alberto Descalzo, intendentes de Florencio Varela y de Ituzaingó en aquellos tiempos.

Al mismo tiempo del vínculo de Fernández con los alcaldes de Buenos Aires, es interesante lo que está sucediendo entre ellos y el candidato a gobernador Axel Kicillof. Por estas horas, el celular de Carli Bianco, la mano derecha del ex ministro de Economía y dueño del famoso Renault Clio, no para de sonar. Se multiplican los pedidos de reuniones privadas y las invitaciones a compartir actos en el conurbano. Esta semana estuvo en Escobar junto a Massa y al intendente Ariel Sujarchuk, en la primera sección electoral, donde hasta allí llegó Martín Insaurralde. El intendente de Lomas de Zamora es mirado de reojo por el círculo cercano a Kicillof. Entienden que sus movidas apuntan, con el apoyo de otros jefes comunales, a quedarse con lugares importantes de su posible gobierno. Un tema que está en discusión. Es notorio que Insaurralde pretenda replicar con Kicillof la experiencia que tuvo con Vidal y Federico Salvai, es decir ser garante del orden del siempre convulsionado conurbano bonaerense. La mayor resistencia la encuentra en distritos de la primera sección electoral, cuyos jefes no están dispuestos a subirse a su tren. Y arman un esquema paralelo.

Quizá esa puja vuelva a darse ahora con los mismos protagonistas que supieron ubicar gente en lugares clave. Uno de ellos es el estratégico Tribunal de Cuentas donde su titular, de origen radical, analiza jubilarse. Otra tensión que vendrá, invariablemente, será la presidencia de la Cámara de Diputados donde el lomense impulsa a Juan Pablo De Jesús. Por su parte, Sergio Massa teje además con otros intendentes que no siguen a Insaurralde y querrán hacer valer su peso. Alguno de ellos charlan con mucha frecuencia con el candidato a gobernador. Mucho más de lo que trasciende. Tirar de la solapa de Kicillof para ver quien lo seduce más.

¿Nombres para el gabinete? Circulan muchos pero la mayoría con olor a instalarlos para luego negociar. Por estas horas, Kicillof explora el terreno y se mueve con cautela para evitar la lógica histórica del peronismo bonaerense: crear el problema para luego ofrecer la solución. O aquella frase histórica donde se define al peronismo como el partido que suele ir en auxilio del triunfador. Nadie olvida como se inició esta aventura despegada de los alcaldes y con recorridas por los distritos de manera muy particular. Quizá sea un adelanto de cómo definirá su gobierno si logra derrotar a María Eugenia Vidal, la gobernadora que, el martes, volvió a reclamar una campaña de cercanía con los vecinos, pero lejos de Macri. Y se nota.

Web Municipalidad José C. Paz

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