Por Sebastián Dumont
La polémica desatada en el gobierno por la distribución del dinero para los planes sociales sumó críticas internas de dirigentes como Emilio Pérsico (Movimiento Evita) y Juan Grabois (Patria Grande). El tema es más profundo e interpela un modelo que construcción de la sociedad argentina. Sobre este punto, Grabois expone su postura, pero además habló del gobierno de Alberto Fernández, de Máximo Kirchner, Martín Guzmán y el Papa Francisco. Y en la charla hizo una análisis del paralelismo entre el 2001 y estos tiempos.
¿Por qué tus críticas a las últimas decisiones del Gobierno en materia de asistencia alimentaria?
Es un tema que tiene varias aristas. Lo primero que hay que decir es que toda ayuda en un contexto de crisis es bienvenida. Aquello que le permite a una madre darle de comer con mayor dignidad a sus hijos es bien recibido. Si uno mira lo que sucede en otros países, Colombia, por ejemplo, donde el gobierno de Ivan Duque quiso poner un impuesto a la comida, pasa a segundo plano las críticas que uno pueda hacer desde una perspectiva filosófica y también operativa a la implementación de ese programa. La única política de justicia social es el trabajo. El acceso a la tierra, techo y trabajo son los derechos que tiene que garantizar el Estado. Y lo que alimenta es el trabajo. Todo lo demás es pan para hoy, hambre para mañana.
Nosotros creemos que se puede hacer, aún en este contexto, invirtiendo correctamente en el desarrollo de las actividades que pueden generar trabajo de manera creativa. El mercado del sector privado hoy no tiene la capacidad de gestar esos empleos que se necesitan para absorber a la mano de obra disponible. Hay 9 millones de Argentinos en edad de trabajar sin ingresos fijos. Eso requiere también un consenso político que permita una mayoría parlamentaria para establecer programas que duren más que un gobierno. El asistencialismo es el último de los recursos y no le hace bien a la gente en el largo plazo.
¿Con eso alcanza?
Después hay otra arista que es el operativo. Con la importancia que cada centavo del Estado en época de crisis, vale y mucho. No hay permitir ningún tipo de fuga. Ni por corrupción, ni por errores de gestión o negligencia. En ese sentido, con la Tarjeta Alimentar se produce un fenómeno de comisiones bancarias que, a partir de algunas criticas logramos revertir. A partir de este mes el 0.6 de comisiones se eliminó. Eso queda en Desarrollo Social para poder hacer otro tipo de políticas o profundizar las actuales.
¿Es cierto que quien recibe un plan no quiere dejarlo para trabajar en la actividad privada? Y si esto es así, ¿Por qué?
Hay mucho mito en eso. Siempre, cuando me dicen eso, digo que me avisen dónde esta ese trabajo formal para que avise a los compañeros y va a haber miles. Siempre que se ofrece un puesto de trabajo que no requiere calificaciones muy altas, las colas son tremendas. La gente quiere quiere trabajar. Pero crear trabajo, en el siglo XXI, con los sectores populares y en el mediano plazo es con una economía plural. Donde haya un sector privado, pujante que también tiene que ser liberado de algunas cargas injustas, no solamente impositivas. Sino, por ejemplo, de costos financieros que pagan los pequeños y medianos empresarios por cobrar con tarjeta de crédito. Y tiene que tener un sector público eficiente y una economía social, popular y cooperativa que le de trabajo a por lo menos un 25 por ciento de la población trabajadora que es la que está estructuralmente excluida. Ahí tiene que estar apuntada toda la inversión social.
El fenómeno que sí existe es en las tareas temporales, como el trabajo rural. Hay algo bastante tonto que es la incompatibilidad entre el “Potenciar Trabajo” y estar registrado en una actividad, el “laburante” no quiere registrarse. El por qué se da esta incompatibilidad nadie lo entiende. Incluso se podría generar un mecanismo automático que cuando entras a trabajar se te da de baja el plan y se puede retomar si te quedas sin trabajo.
Este tipo de programas sociales tienen que ser compatibles con el empleo en Pymes. Y de hecho, esa plata tiene que ser un crédito o descuento para la empresa. Es de sentido común.
¿Hasta qué punto los movimientos sociales no quieren esa transferencia de plan a trabajo formal porque pierden estructura e influencia política?
Es, al menos desde el movimiento del que yo participo, es una canallada plantear eso. Hasta incluso es poner la responsabilidad que la Argentina no crea empleo en los dirigentes sociales. Además es una estupidez. Vamos a suponer que hay gente así. Vos pensás que si los laburantes que están hoy en una organización social tuvieran la posibilidad de trabajar en una fábrica por 70 mil pesos en blanco con todos los beneficios se van a dejar usar. Eso es subestimar mucho a la gente. Lo que pasa que esos empleos no existen. Hay que buscar un equilibro sano. El problema es que no hay oportunidades. Lo movimiento sociales surgimos a partir de la exclusión del mercado y el sector privado. Es como un sistema B donde la gente se va inventando su propio trabajo y se organiza para lograr mejorar los medios de producción, los comedores, los merenderos. Detrás de esas marchas que uno ve, hay mucho laburo que no se ve. Del mismo modo que detrás de un dirigente empresario hay mucho trabajo que no se ve. Y uno juzga al dirigente por sus palabras y no por el laburo que hay atrás. Son parte de los prejuicios existentes en la argentina que debemos dejar atrás para construir una sociedad más armónica y justa.
¿Qué evaluación del gobierno de Alberto Fernández en este año y medio?
Es una pregunta difícil porque es complejo hacer un juicio en un contexto totalmente inesperado como la pandemia. No hay un manual de cómo gobernar en pandemia.
¿Pero lo ves a Fernández haciendo peronismo?
Tengo una visión muy crítica que planteo desde mi pertenencia al Frente de Todos como militante. Y reivindicando la victoria sobre el macrismo y seguro que esto es mucho mejor de lo que hubiéramos tenido con Macri. El mío es un apoyo crítico. Creo que hay cosas que no se hacen correctamente y con filosofía de justicia social profunda. Y se pierden oportunidades. Por eso yo lo caracterizo como un gobierno de transición. Es un gobierno que va a administrar la crisis sanitaria, la de deuda, que nosotros vamos a empujar para que sea lo mejor posible y a favor de las mayorías nacionales. Después tiene que venir una etapa distinta donde haya un plan de desarrollo humano integral con una perspectiva de mediano y largo plazo.
“Por eso yo lo caracterizo como un gobierno de transición. Es un gobierno que va a administrar la crisis sanitaria, la de deuda, que nosotros vamos a empujar para que sea lo mejor posible y a favor de las mayorías nacionales”
¿Quién crees que puede conducir esa etapa que decís que viene?
Tiene que haber una síntesis. Es difícil hablar de nombres. Los emergentes juveniles desde luego. Esta Axel (Kicillof), el propio Máximo (Kirchner) que para mí ha sido una sorpresa. Lo conocí hace dos años y medio. Tenía muchos prejuicios y la verdad vi un tipo sensible, inteligente con mucha capacidad de diálogo. Muy distinto al padre y a la madre al mismo tiempo. Lo cual no es una virtud ni un defecto. Tiene su propia personalidad. Es otro emergente importante.
“Máximo (Kirchner) que para mí ha sido una sorpresa”
¿Y vos?
No sé (sonríe) Vamos a ver qué hacen los demás. Para que nuestro Frente Patria Grande como fuerza política apoye a un candidato tiene que jurar tres cosas: Por la Patria y si quiere por los evangelios; que todos los trabajadores van a tener una oportunidad laboral aunque sea en la economía popular; que todas las familias van a poder acceder a un terreno para construir su vivienda y que todas las personas que trabajan en el campo y son minufundistas o arrendatarios van a poder comprar su tierra para producir. Si ninguno asume la idea de tierra, techo y trabajo, seremos una alternativa independiente.
¿Es hacer campaña electoral con la encíclica Laudato Si del Papa Francisco?
Algo de eso hay. Un Laudato Sí laico. Pero por lo menos tiene que haber tres juramentos.
¿Dónde lo ubicas en este contexto de dirigentes jóvenes a Sergio Massa?
Massa es un hombre que tiene mucho para aportar pero pertenece a la política más tradicional. Eso no es malo en sí mismo. Tiene una cultura política, que es parte de la cultura política nacional pero le falta un elemento disruptivo. Es decir, no se pude hoy en una situación excepcional quedar bien con todo el mundo. Creo que necesitamos liderazgos que estén dispuestos a pelearse con algunos sectores del poder. Y la verdad no sé si Sergio Massa tiene esas condiciones. Quizá las tiene. También le veo muchos atributos positivos. Es alguien que conoce bien el funcionamiento del Estado, se ha portado bastante bien, en el ámbito legislativo cuando apoyó la creación de un oficina para el programa de desarrollo humano integral. El cree en estas políticas de largo plazo. Es un elemento importante en la coalición de gobierno. Pero generacionalmente apuesto a los sub 45.
¿Hay paralelismo entre la situación social actual y la del año 2001?
Todavia no. Hay sí un paralelismo en Chile, en Colombia. Aquí se convino una tremenda crisis de representación política con una tremenda crisis social. Nadie quería a nadie, era el que se vayan todos. Hoy existe un 30 por ciento que se siente representado en el macrismo y un 35, 40 por ciento que se siente representado en el Frente de Todos. Hay una representación política e institucional que existe. El Frente de todos es una herramienta formidable que no hay que dinamitar. A lo sumo tendrá que cambiar su composición. Habrá una disputa por eso. Pero tiene que mantener su unidad. Eso permite que la Argentina tenga una representatividad institucional que otros países no tienen. Pero se puede agotar muy rápido, sino se resuelven los problemas reales. si se siguen discutiendo los temas del microclima de la política. La política está reaccionado lenta, mal. La última vez que hablé con Alberto (Fernández) le plantee que, desde luego, él , Guzmán, el gabinete estaba en una trinchera, con mucho stress, soportando conflictos, presiones externas e internas. Las propias nuestras. A nadie le gustan que lo critiquen en el medio de una tormenta. Pero así como está esa trinchera, tiene que haber una retaguardia que piense en serio en la pos pandemia. Que se pueda elaborar una especie de plan quinquenal que implique concreciones y realizaciones efectivas en tiempo y espacio. Eso no existe y es una lástima que no exista. Somos pocos los que estamos de manera auto convocada elaborando esos planes de pos pandemia. Es una lastima porque el gobierno tiene muchos cuadros y no se está haciendo.
“El Frente de todos es una herramienta formidable que no hay que dinamitar. A lo sumo tendrá que cambiar su composición. Habrá una disputa por eso. Pero tiene que mantener su unidad”.
A vos te vinculan con el Papa Francisco y también al ministro de Economía Martín Guzman se dice que lo apoya. Y días atrás dijiste que “había roto el chanchito y no iba todo para Kristalina Giorgieva (FMI)”
Creo que el Papa Francisco no apoya personas y menos de personas en términos de política agonal. El tiene ideas muy claras sobre qué es la política, cuál es el fin de la política , sobre la economía global, la crisis civilizatoria antropológica, la deuda externa. Pocas semanas antes que vaya Martín Guzmán hizo un planteo muy duro al FMI, con la idea no sólo de mejores condiciones de negociación sino de quita de la deuda, que es como una palabra maldita para los organismos internacionales de crédito. Para interpretar al Papa Francisco hay que leerlo. Y ahí está y se entiende todo más allá de los nombres y las personas.
A mi Martín Guzmán me parece un jugador de primera categoría. Un tipo super formado, muy correcto, sensible. Sí creo que está un poco encerrado en cierta tecnocracia.