Por Sebastián Dumont
La renuncia de Martín Insaurralde como jefe de gabinete bonaerense puso en crisis un sistema político acostumbrado a no pagar sus excesos. La difusión de una serie de fotos y videos del hombre de Lomas de Zamora en Marbella con la “modelo” Sofia Clerici agitó el sábado a tres semanas de las elecciones. Lo primero que tiende a pensar la política es que detrás del escándalo se esconde una operación de inteligencia que busca cobrar facturas viejas y no tanto. Pero, a veces, las cosas suelen ser más superficiales de lo que se cree. Lo que sí es llamativo es un correlato de episodios antes del debate. Desde el caso de “chocolate” Rigau al viaje placentero del ahora ex funcionario. Crisis para Massa, Kicillof y el kirchnerismo que había tejido una alianza con Insaurralde para intervenir el gobierno bonaerense.
Es aún muy pronto para dimensionar los alcances y efectos electorales que tendrá el episodio Insaurralde. Pero, claramente, no es una noticia que pueda ser bien digerida por lo que Javier Milei denomina “La casta”. Acostumbrados a correr los límites de manera permanente en el ejercicio del poder los ubica en un sitio donde se terminaron convirtiendo en la nueva oligarquía argentina. Quizá no haya que bucear demasiado para encontrar las razones de la explosión. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Tan sólo era una cuestión de tiempo. Nadie puede afirmar que Insaurralde fue pescado en la primera ocasión que hace un cosa así. Pero mucho se preguntan por qué ahora.
Es cierto también que instalar la presencia de una operación de inteligencia es la manera más concreta de evitar quedar mal parado en la simpleza de “haber sido embocado como un perejil”. Consecuencias lógicas de jugar con personajes que la superficialidad es su modo de vivir. Quizá las cosas son más simples de lo que parecen. Si de verdad hubiera una maniobra orquestada, lo primero que se hace es identificar quienes podrían ser los beneficiados con el resultado.
Martín Insaurralde no era simplemente el jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires. Detrás de él se mueve un sistema que reúne a intendentes del Gran Buenos Aires con ramificaciones en diversas actividades. Desde sus inicios en la intendencia de Lomas de Zamora ha construido una relación muy fructífera con la industria del juego que le permite extender sus lazos en diversos ámbitos. Cuando María Eugenia Vidal era gobernadora, se convirtió en garante de la gobernabilidad desde la legislatura que aún sigue manejando a través de Federico Otermín. El escándalo del caso “Chocolate” lo roza pero no es al único. La transversalidad de ese esquema le quema a casi todos los bloques. Pero ahora, con la difusión de las fotos, Insaurralde queda herido. Deslegitimado. Entre sus pares no es bien visto que lo “hayan embocado”. En un juego de vivos, la torpeza se paga. Y, antes que cualquier otra cosa, lo de Insaurralde fue una torpeza. En tiempos de redes sociales nadie está exento de poder ser filmado o fotografiado en cualquier lugar del mundo. No son tiempos para exponerse a la majestuosidad cuando la pobreza alcanza el 40 por ciento de los Argentinos.
Si bien Axel Kicillof le aceptó la renuncia, su gobierno también sale lesionado. Aunque se abre un nuevo esquema del reparto de poder. Si, a pesar del caso, logra la reelección, el gobernador tiene la excusa perfecta para romper con una línea que le fue impuesta tras las elecciones del 2021. Fue la intervención ordenada por Cristina Kirchner convencida por Máximo Kirchner, de estrecho vínculo con Insaurralde. Esto le daría plafón para volcarse, otra vez, sobre los propios. Si algo le reconocen propios y extraños al gobernador, es su aversión al riesgo de quedar atrapado en casos de corrupción. Se lo puede criticar por ineficaz o mala praxis, pero no se le encuentran casos de corrupción en su haber. Al menos hasta el momento.
Desde el cierre de listas, el derrotero de Insaurralde ha sido sinuoso. Hizo un gran esfuerzo para quedarse con un lugar en la fórmula bonaerense lo que profundizó su enfrentamiento con el peronismo de La Matanza. Rivalidades históricas. La acumulación de aliados siempre es una virtud, la de enemigos una bomba de tiempo.
No es una buena noticia para Sergio Massa que el domingo tiene que ir a un debate clave. Con el dólar a 800 pesos, la inflación que sube y la pobreza en 40 por ciento, tener que explicar este dispendio de dólares en un Argentina escasa de ellos, es un gran tema. Si bien la relación con Insaurralde siempre fue fluctuante y de competencias, no deja de ser un hombre clave en su espacio político.
El sistema político cruje y van llegando a un limite donde se pide que haya una nueva era por nacer. Como casi todo en la vida pública argentina, se ha ido degradando hasta convertirse en algo pornográfico que se realiza a la luz del día. Sin pruritos. Pero que baja de la misma manera a las comunas. En esa lógica no se escapa nadie.