Por Sebastián Dumont
Pocos meses habían transcurrido del año 2016 cuando Cristian Ritondo, por entonces Ministro de Seguridad bonaerense, recibió en su despacho un pormenorizado informe sobre la compra de equipamiento para realizar escuchas y seguimientos. La erogación se habría hecho, según el informante que tenía frente a frente el ahora diputado, por una cifra muy importante y a pedido de las más altas autoridades del gobierno nacional. En ningún momento se habló que esos “fierros” fueran adquiridos por y para la AFI. Es más, el ministro no se habría convencido demasiado de la veracidad de aquellos datos. El tema quedó allí. Hoy, con el avance de las causas por el supuesto espionaje clandestino durante el gobierno de Cambiemos aquello cobra un valor distinto. Desde el primer instante, los movimientos de Vidal y su gente eran cuestión de Estado para los despachos cercanos a Mauricio Macri. La causa que se tramite en el juzgado Federal 1 de Lomas de Zamora del Doctor Federico Villena van en esa y varias direcciones. El “fuego amigo” fue descripto en este medio en nota del 18 de julio del 2018. El avance de esta historia, con miles de capítulos muy interesantes, podría provocar varias acciones políticas al mismo tiempo.
El almuerzo del viernes pasado, casi multiplicador del Covid 19 entre dirigentes opositores, es revelador de una maniobra que se viene tejiendo desde hace un tiempo. La idea de conformar un espacio político que prescinda de la figura de Mauricio Macri electoralmente. Aunque ello no pueda ser atribuido al anfitrión del encuentro Horacio Rodriguez Larreta, sí es pensamiento de otros actores presentes allí como el caso de María Eugenia Vidal y Emilio Monzó, quienes parecen haber dejado de lado viejas diferencias. También estaba en el lugar Martín Lousteau como representante del radicalismo, partido que guarda varias facturas en su cuenta para llevarle, llegado el caso, a la quinta Los Abrojos. Más allá de la buena mirada que Macri tiene sobres posturas que expresa hoy Alfredo Cornejo, ex gobernador de Mendoza.
Para Vidal y su gente no es nuevo lo que ahora cobra relevancia judicial. Ya lo sabían y fueron a decírselo a Macri en su oportunidad. Claro que ahora se conocen más detalles que podrían quitarla a Vidal sólo del rol de víctima para pasar a ser, también, victimaria. Cuando la semana pasada el obispo Jorge Lugones visitó al juez Villena escuchó varios audios donde confirmaban el interés de los espías por saber si detrás de los movimientos de la Iglesia había intencionalidad del Papa Francisco en ser artífice de la construcción de un espacio político. Nada nuevo sería recordar la frialdad de relación entre el Vaticano y el macrismo. Bajo siete llaves aún se guardan el secreto de la razón por la cuál Jorge Bergoglio no quiso hablar con Marcos Peña cuando Macri intentó pasarle el teléfono. Al parecer, la necesidad de estar informado que tenía el ex Jefe de Gabinete traspasaba las fronteras de la provincia de Buenos Aires.
Entre los datos que se trajo el prelado, hay uno revelador y es la presunta vinculación entre el agente de la AFI Ivan Ruiz – cercano a Patricia Bullrich – y el ahora diputado provincial Alex Campbell, mano derecha de Vidal a punto que la ex gobernadora se habría contagiado de coronavirus tras haberse reunido con él. ¿Para quién recolectaba información Campbell? Más detalles sobre esta cuestión podrían hacer girar la rueda y ubicarla a la ex gobernadora como parte del mismo entramado del que acusan a Macri.
Para ello hay un dato adicional. Se trata del procesamiento del ex titular de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad Guillermo Berra quien habría participado de tareas de “inteligencia” sin orden judicial sobre diversos objetivos entre los que se encontraban intendentes como Mario Ishii, Juan Patricio Mussi o Fernando Espinoza. el ex juez Cesar Melazo y el ex jefe de gabinete de Ritondo, el Dr. Marcelo Rochetti. Sobre este último se refirió varias veces Elisa Carrió en los tiempos donde ponía el grito en el cielo sobre supuestos seguimientos de los que ella habría sido víctima de parte de la AFI. En su última charla con Macri quizá le haya recordado que nunca le cumplió la promesa de correr a Silvia Madjalani de la AFI a finales del año 2016.
Como se ve, el objetivo de poner en escena este entramado ha provocado la necesidad de subir al ring a Mauricio Macri como referente más claro de la oposición, pero al mismo tiempo dinamitar el espacio opositor sembrando desconfianza y deslealtades. Cierto es también que la lealtad en la política no existe. Pero en su idea de ampliar la base de sustentación con peronistas, en Juntos por el Cambio encuentran ahora una dificultad: Son muchos los que no quieren avanzar en un armado que tenga como laderos de Vidal a Alex Campbell y a Federico Salvai. Para ellos, Emilio Monzó podría ser una garantía distinta, mucho más ahora que, como varios peronistas que se ilusionaron con la posibilidad de la creación del “Albertismo” ven cada vez más lejana esa concreción. El omnipresencia de Cristina Kirchner es demasiado clara.
Al margen de todas las teorías que suelen esbozarse en la relación Alberto Fernández y Cristina Kirchner, hay otras señales para interpretar en este sendero. La prevalencia de Sergio Berni lo ha colocado como uno de los dirigentes con mejor imagen de la Argentina, siempre detrás del presidente, vice presidente y gobernador. Pero no deja de ser un dato a tener en cuenta, sobre todo si se conocen sus aspiraciones políticas futuras. Sin mover un paso de su conducción política, Berni interpela un sector de la sociedad que ve en su accionar las demandas muy pocas veces atendidas por la dirigencia política.
Mientras el fuego cruzado en el oficialismo y la oposición aumentan su volumen, subyace una pregunta que suele ser clave. Mucho más en momentos de extrema angustia por los efectos de la pandemia. ¿Quién le habla hoy a la clase media? En otras palabras, quién ocupa la ancha avenida del medio que Sergio Massa pavimentó durante mucho tiempo. Por ahora, no hay respuestas. Sólo indicios, pero muy débiles.