Por Sebastián Dumont
Primero acto: Un grupo de auto denominados Mapuches le advierten al presidente que ningún gasoducto podrá construirse si no se acuerda con ellos el paso de la obra en lo que dicen son sus tierras. El gobernador de Neuquen acepta darles ese poder. Segundo acto: Piqueteros amenazan con mas y más cortes, sugieren que volverán los saqueos y consiguen un bono de 11 mil pesos. Para los jubilados, nada. Tercer acto: En Rosario, la ciudad más castigada por la violencia, se movilizan a la puerta de un supermercado para pedir alimentos y juguetes para el día del niño. Lo consiguen. ¿Cómo se llama la película? Un país a merced de la marginalidad. Los casos podrían ampliarse. Todo ello sucede en medio de las constantes versiones sobre cambios en el gabinete de Alberto Fernández para lograr un shock de confianza. Lo requerido no es tan descabellado, aunque parece difícil. Sentido común es lo que se busca. Asoma la figura de Sergio Massa, como la última opción para encarrilar el tren.
La vara con la que se miden ciertas acciones en la Argentina es diferente. Si un dirigente social como Juan Grabois advierte con la posibilidad de derramar sangre e incluso habla del regreso de los saqueos, la reacción no pasa más de ciertos postes condenando sus expresiones. Ahora, si el ex intendente de San Miguel Aldo Rico graba un video donde sostiene que cuando la “Patria está en peligro, todo es lícito, menos no defenderla”, y convocada a “camaradas” a organizarse, lo denuncian en la justicia. Y lo hace el propio gobierno nacional. Ambos hechos son condenables. Pero la forma de evaluarlos es diversa. Todo aquello que se oponga a las opiniones “progresistas” es tildado de extrema derecha.
Resulta interesante evaluar qué hay detrás de los dichos de Aldo Rico y cómo se enlaza como la compleja situación que se vive en el sur del país por al avance de aquellos sectores Mapuches. Esta semana se conoció el caso de un grupo de ellos, dirigidos por Gabriel Cherqui y Jorge Nahuel, quienes negociaron con el gobernador de Neuquén Omar Gutierrez para tener la última palabra a la hora de posibilitar que la obra del gasoducto Néstor Kirchner pase por tierras que le dicen pertenecer. Si las condiciones que vayan a exigir no se cumplen, el trabajo se puede parar o no hacer. Insólito, pero real. Allí también hay que poner el ojo en el titular del Sindicato de Petroleros de dicha provincia, Marcelo Rucci, quién avala esa postura. Todo huele a negociado. Linda forma de regenerar la confianza que la Argentina necesita para recibir inversiones.
Muchas empresas que operan en Vaca Muerta decidieron callar. Ya fueron sometidos a los pedidos indebidos de estos grupos que, incluso, buscan diferenciarse de la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) a quienes definen como “servicios”. Gabriel Cherqui, quien fue la voz que le advirtió al Presidente Alberto Fernández que no se podría hacer nada sin la autorización de ellos, creó una empresa que se llama La Lata SRL con amplios objetivos. Entre ellos, “servicios de asesoramiento, dirección y gestión empresarial”. Un rubro brumoso que permite blanquear aportes en blanco lo que no se puede justificar en negro.
Con temor e incertidumbre viven muchos propietarios y empresarios en la Comarca Andina ante el avance de estos grupos. Los casos más conocidos son los vandálicos accionares en Villa Mascardi o los episodios en El Bolsón. El más reciente, el asalto a una cabaña donde rociaron con nafta a una pareja de allí. El pedido para capturar parte de las tierras de la Compañía de Montaña del Ejército. Salvo algunas voces muy puntuales, la politica calla. Por eso, lo de Aldo Rico cobra relevancia porque se inició ante este peligroso.
En el mes de enero, el veterano de guerra, y ex carapintada que protagonizó el alzamiento de semana santa de 1987, estuvo en El Bolsón. Allí comenzaron unos movimientos públicos, pero también privados. Ex suboficiales que acompañaron a Rico en otros tiempos empezaron a reunirse. Muchos de ellos han elegido, desde hace tiempo, el sur para fijar residencia. En aquellos tiempos, el sitio de Horacio Vertbisky, “El cohete a la Luna”, publicó una nota donde en uno de sus fragmentos resaltó la presencia de Aldo Rico. “Oficiales y suboficiales retirados (muchos con residencia en la Patagonia) son la conducción real de este movimiento que muestra una estrategia y un discurso diferente a los que despliegan los gobiernos locales, aunque complementarios y probablemente consensuados”. Era el nacimiento de un movimiento de resistencia a quienes observan como “enemigos de la patria”, quienes se definen Mapuches, aunque para ellos son terroristas. Hay que ir allí para encontrar la explicación del video que tanto revuelo armó la semana pasada.
Para Aldo Rico como muchos otros, la posibilidad de saqueos se enmarca en un proceso similar. La idea de desestabilizar la organización actual de la República Argentina. Rico fue intendente de San Miguel en el conurbano cuando se dieron los del 2001 previo a la caída de Fernando De La Rúa. Los vasos comunicantes son muy elocuentes. Desde aquellos tiempos a la actualidad, lo único que ha crecido con fuerza, salvo en breves lapsos, es la marginalidad y la pobreza. Perfecto caldo de cultivo para que cada quien pida lo que le parece. Sin ningún respaldo.
Es eso, en definitiva lo que reclaman los sectores originarios. Les cuesta mucho demostrar lo que exigen. Sucede algo similar con los movimientos sociales. Son estructuras políticas sin reconocimiento legal. Pero piden como si la tuvieran. Atomizaron los territorios y hoy pujan con los intendentes por el control de los mismos. Su intención es convertirse en opción electoral. Un juego peligroso porque podría ser su certificado de defunción. ¿Cuántos los acompañarían en las urnas? En el Movimiento Evita, el ex jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina es uno de los que construye el andamiaje legal para presentarse a elecciones.
Si efectivamente Sergio Massa ingresa al gabinete como se especula con tanta fuerza en las últimas horas, también deberá lidiar con este panorama. No será tan sólo una cuestión de dar un vuelco en las expectativas económicas. Deberá ir sobre las raíces de un problema más profundo. Y es una Argentina a merced de la marginalidad.
La publicación de Malena Galmarini de un video de campaña cuando se iniciaba la candidatura de Sergio Massa, con un slogan, “Mientras muchos restan, vengo a sumar”. En ese entonces, los que restaban están ahora en el gobierno. Pero lo más importante para el presidente de la Cámara de Diputados es que está convencido que la agenda que proponía en aquel entonces es la única que hoy puede rescatar al Frente de Todos. Y a él. La opción tomó cuerpo. Porque además los números son elocuentes. Días atrás, un intendente del Gran Buenos Aires de un distrito muy ligado al voto peronista, recibió una encuesta. La posición de los dirigentes más valorados en su comuna no varió. Cristina Kirchner sigue primera. Pero cayó. Ella lo sabe. Por eso, se enfrenta a una enorme dicotomía. Si apoya el ajuste que es indefectible, quizá esa imagen siga cayendo. Si no lo hace, el gobierno tendría enormes dificultades para seguir y el daño podría ser aún mucho mayor. Por primera vez, los planetas parecen alinearse internamente – hay diversas lecturas sobre ello – . No los une el amor, sino el espanto.
