Por Sebastian Dumont
El precio de la comida en la Argentina es motivo de debate. Y, sobre todo de preocupación en el gobierno. En cada recorrida que llevan adelante los funcionarios del área de desarrollo social escuchan con mucha insistencia este reclamo. Se trata, nada más ni nada menos, que la base electoral que le ha dado el triunfo al Frente de Todos en 2019. El aumento de las toneladas de alimentos que llegan a los barrios podrían ser insuficientes si no se detiene el incremento de los valores cuando se destina mayormente el ingreso familiar a comprar insumos para comer.
Daniel Arroyo, el Ministro de Desarrollo Social de la Nación viene escuchando el mismo reclamo en cada una de sus recorridas por el conurbano. Esta semana le tocó estar en un distrito del oeste del Gran Buenos Aires gobernado por la oposición donde esbozó cuáles serán los lineamientos que asoman como el relato del oficialismo para la campaña que viene. Son cuatro palabras que se escucharán con frecuencia en cada presentación de los funcionarios oficialistas: Reconstrucción, escolaridad, trabajo y unidad. A ello se le suma el plan de vacunación como gesta de una facción política y no como tarea ineludible del Estado. Una vez más, la política partidaria confronta con la institucionalidad.
Es interesante observar cómo se reproducen las mismas lógicas para dos temas tan sensibles en estos tiempos. La distribución de la comida y las vacunas. Hace tiempo, son las organizaciones sociales quienes tienen el control y monopolio del desembolso de los alimentos en los barrios. Hoy, gran parte de esos grupos forman parte del gobierno con representación en el ministerio que dirige Daniel Arroyo. Pero su creación y crecimiento estuvo dado en la confrontación con la institucionalidad territorial, es decir, los intendentes y los municipios. El camino de esta realidad vio la la luz en los finales de la década del 90, se perfeccionaron como maquinarias asistencialistas de la mano de Néstor Kirchner, pactaron con el gobierno de Mauricio Macri para ser dadores de “paz en la calle” y ahora ocupan cargos con el gobierno de Alberto Fernández. El caso más notorio es el del Movimiento Evita que confrontó con Cristina Kirchner en 2017 en aquella aventura junto a Florencio Randazzo del cual Alberto Fernández era el jefe de campaña.
Dicha organización social, que no es la única, está comandada por Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro. Ambos con cargos en el gobierno nacional y en claras tensiones con La Cámpora. Justamente, el avance de quienes siguen a Máximo Kirchner implica también poner en escena la puja entre lo que una crisis política comienza a darle paso a una crisis institucional. Con el manejo de la vacuna pasa exactamente lo mismo. Las imágenes de carteles en locales partidarios invitando a vacunarse es la clara demostración de una mirada donde el Estado es de un sector político. O, directamente, el Estado no cuenta. No es casual la búsqueda de la captura del PJ. Al igual de todo aquello que se pueda, llámese embajadas, organismo, juzgados, y hasta clubes de fútbol.
En la oposición también se preparan para su propio relato electoral. El mismo estará asentado en la provincia de Buenos Aires y será el de las cuatro i: Inseguridad, Impunidad, Inmunidad e Inflación. Sobre ello gira y girará el discurso de quienes confronten con el oficialismo. Se verá cuál de todos esos ítems pueden ser más efectivos para captar la atención de un sector importante de la sociedad argentina desencantado con ambos extremos de la grieta.
La búsqueda de una opción intermedia aparece difusa. De todas maneras habrá intentos para poder avanzar en ese sentido. Una señal la dará este mes la reaparición del ex gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey junto a Graciela Camaño titular del partido “Tercera Posición”. Desde allí buscarán captar a quienes ven desvanecerse la esperanza del Alberto Fernández moderado y no confían, en función de la experiencia de gobierno pasada, en las alternativas que pueda brindar Juntos por el Cambio, o cómo vaya a llamarse este año.
Esa es una de las principales trabas que encuentran los dirigentes peronistas que buscan sumar a quienes no sienten representación en el gobierno nacional y provincial. En ese trabajo están Miguel Pichetto, Joaquín De La Torre y Emilio Monzó. La pregunta recurrente es si lo hacen para terminar siendo un sector de Cambiemos o para animarse a algo más grande. En esas charlas se asegura que Fernando Gray no tiene retorno y su decisión de plantarse ante La Cámpora tendrá una desembocadura política en un armado propio y con aliados.
Sergio Massa mantiene su idea de ampliar el Frente de Todos con dirigentes de un perfil de centro con la idea de profundizar una mirada productiva y lejana a los desvaríos ideológicos que anidan en la dureza del mismo espacio. Para eso ya muestra acciones territoriales en la provincia de Buenos Aires donde los paredones comienzan a hablar con el anuncio de lo que será el Congreso del Frente Renovador en los próximos días. Más allá de todo, nadie dentro del oficialismo podrá disimular que ya se están jugando las futuras candidaturas. Y, en la provincia de Buenos Aires la pelea más fina se dará en la conformación de las listas secciónales. Allí aparece como muy difuso que haya espacios para todos. En la lógica de avance como se ha dado hasta aquí, son pocas las dudas sobre el predomino de Cristina Kirchner en sus confecciones.