Por Sebastian Dumont – Periodista
Una pregunta se repite en las mesas políticas del conurbano bonaerense con cada vez más frecuencia por estas horas. ¿Hasta qué punto la impronta política de Javier Milei ha logrado perforar las redes más profundas del histórico voto peronista? El interrogante no es nuevo pero aflora ante la llegada del año electoral y quizá, una de las últimas oportunidades de evitar que estos nuevos aires se establezcan para permanecer por un largo tiempo. Como tantas acciones de estos tiempos, suele haber una distancia muy pronunciada entre lo que se teje en las cómodas tertulias de quienes creen arrojarse aún la representación de esas “tribus” como se denominan ahora a determinados sectores de la sociedad, y el verdadero sentimiento que anida en los barrios populosos y de la cada vez más disminuida clase media. Sobre esa geografía se despliegan las opciones que alumbrarán la oferta política aún en pleno diseño.
El desafío más importante para el peronismo en la provincia de Buenos Aires no es sortear las diferencias internas que persisten entre Cristina Kirchner, Máximo Kirchner y Axel Kicillof, sino en estructurar un mensaje que les permita llegar a sus históricos representados que, por primera vez en años, han decidido abandonarlos para ir en la búsqueda de una opción desconocida y tan novedosa que implicó un “salto a lo desconocido”. Transcurrido un año, lo extraño de entonces ya tiene un cuerpo más definido y logró dar con éxito a su principal emblema de campaña: la reducción de la inflación, a la sazón el principal insumo para la fabricación de la pobreza.
En tal sentido, aquellos que declaman que el modelo instaurado o en vías de consolidarse está pensado para los grandes conglomerados empresariales o los financistas de siempre, quizá no estén ajenos a la realidad. El problema es otro. El autodenominado peronismo le desordenó la vida a mucha gente que, ahora, siente al menos la previsibilidad de saber con qué cuenta y para cuánto le alcanza. El coro de economistas que advierten sobre las inconsistencias técnicas de los números que muestra el Presidente Javier Milei pueden tener sustento en los libros y en la práctica a largo plazo. Pero no parece ser este el tema de estos tiempos. Tras una tormenta, cuando se reanuda la tranquilidad los oídos no están preparados para escuchar que si no se cierra la ventana una próxima tormenta podría ser más devastadora. Se intenta disfrutar el momento. Tan simple como eso. En todo caso, ya habrá tiempo para volver a preocuparse.
En la simplificación de la descripción, sobre ese clima opera el oficialismo. Muy hábil en encontrar las palabras justas para emparentarse con ese clima. No hay que olvidar que, uno de los activos que llevaron a Javier Milei a entronizarse en la Casa Rosada fue haberse podido mimetizar como uno más de los enojados y no como el que podía comprenderlos. Esa lógica sigue. Y, enfrente de él, le entregan a diario insumos.
Un día son Alberto Fernández y Fabiola Yañez. Otro día es el ex Ministro de Transporte de la Provincia de Buenos Aires Jorge D´Onofrio y su mano derecha Claudia Pombo que constituyeron una pyme familiar con los recursos del Estado provincial. De paso, un raspón para Axel Kicillof. ¿El gobernador podía desconocer todo ese entramado de nombramientos y negocios? ¿Alcanza con decir yo no lo traje, me lo impusieron? Alegoría con la mirada nacional. La experiencia marca qué, en algún momento, lo que no parecía importar empieza a ser trascendente. Y allí se desmoronan hasta los ejemplos más cultivados de supuesta honestidad – una especie en extinción si es que ya no desapareció – en la política.
La lista de favores que le ofrecen al libertario con tendencia a emparentarse en el mismo modo hegemónico del kirchnerismo es muy larga. Ojo que también afloran en su patio filtraciones poco transparentes o oscuras. De vuelta, es una cuestión de tiempos y preferencias para donde mirar. El gran desafío para Javier Milei en 2025 es lograr que siendo un político de raza se lo siga viendo como un extraño en esa fauna. Desde ahí se entiende su obsesión por devorarse al Pro y al Mauricio Macri en particular. Siempre hablando en términos políticos, claro está. Por ahora, es él quien define la línea entre los buenos y los malos. Por ahora.
Pero la política es una actividad innata a los seres humanos. Entonces habrá quienes se resignen a ver pasar el tiempo y esperar otro momento imbuidos en la especulación. Y también existirán quienes buscarán desafiar el escenario para implantar un mojón. Al fin y al cabo, la casta combatida podría mimetizarse, agazaparse, pero difícilmente se resigne a abandonar su lógica. Va camino a la construcción de una nueva morfología de las casta. Pero desaparecer, jamás.
En la coyuntura, la política se despliega y analiza. El próximo lunes Karina Milei desembarca en Mar del Plata para continuar con su tarea de armar la Libertad Avanza en todo el país. El peronismo que sigue a Cristina Kirchner aguarda definiciones de cuales son las reglas de juego que habrá en territorio bonaerense para diagramar esquemas y acciones. Las negociaciones tenues para suturar las heridas que dejó fin de año prometen subir su volumen a medida que se acerquen fechas clave para Axel Kicillof. Una es en marzo cuando deba hacer frente al vencimiento de pagos de la deuda en dólares. Mientras tanto, hay tiempo para gobernar con presupuesto prolongado y amagues de desdoblamiento. Y la reimplantación de las reelecciones para legisladores e intendentes.
Habrá que mirar con atención otros movimientos que empezarán a aflorar y surgen de las entrañas mismas de la Libertad Avanza. Un año en el poder no es inocuo. Así como suma aliados, los pierde en el camino. La decisión de poner en manos de Karina Milei el dispositivo político del oficialismo en todo el país provocó la ruptura como actores que diseñaron el plan original. En las próximas semanas, el conurbano será escenario del lanzamiento de una línea política que tiene origen en la ciudad de Buenos Aires. Se llama “Transformación” y está liderada por el legislador porteño Eugenio Casielles. El joven dirigente es cercano a Ramiro Marra y ha construido una red de interrelaciones con la política que prometen ver la luz con más claridad a partir de este año electoral. La apuesta no es sólo metropolitana, aseguran en su cercanía y cuentan con la ventaja de conocer al dedillo cómo piensan y actúan los hermanos Milei y quienes los rodean. El peronismo podría encontrar en estas formaciones un aliado ¿inesperado?. Sorprenderán a más de uno lo que se teje y los protagonistas que forman parte de determinadas tertulias. El origen de la irrupción de Milei en política ha dejado su estela.
La territorialidad es un enorme objetivo a conquistar que aún no puede ser reemplazado en su totalidad por las redes sociales. El control de la geografía es un activo que, al momento, no está en manos del gobierno nacional. Debe lidiar con lo establecido en los rincones más inhóspitos. Allí todo, invariablemente, pende de un hilo. Y las preocupaciones suelen ser más lineales que las pensadas en los grandes laboratorios electorales. Darles respuesta es un arte político. Pero sobre todo, una acción constante. La inseguridad atraviesa esos rincones y, peor aún, la situación podría complicarse aún más si avanza lo que corre como reguero de pólvora entre los intendentes del conurbano. ¿El Ministerio de Seguridad prepara una ampliación del radio de patrullaje en los distritos? De ser así, habrá menos patrullas en la calle. El encono aumenta. Es probable que la salida de Jorge D´Onofrio haya inaugurado una temporada de cambios en el gabinete provincial. A pesar que, en el entorno del gobernador sostienen que no es conveniente “romper ahora”. Las peleas no siempre son para ganar, son para tener.