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Análisis: Nuevos y peligrosos capítulos de la Argentina “Blue”

Por Sebastián Dumont – Periodista.

Con cada vez más frecuencia salen a la luz episodios que nos demuestran con mucha claridad la Argentina paralela o blue en la que vivimos. El más reciente, de suma gravedad,  la muerte de 24 personas por consumir cocaína adulterada que compraron en un barrio del conurbano – Puerta 8 –  cuya ubicación es estratégica, entienden los especialistas. De allí que se apilen especulaciones sobre las razones de tamaña situación. Una rápida recorrida en el último año nos devuelve episodios que se enmarcan en un contexto donde se mezcla un Estado incapaz de dar respuestas y, por ende, es quien termina incentivando, por acción u omisión,  comportamientos ilegales. Hace un año atrás, nos desayunábamos, por ejemplo,  con el “vacunatorio vip”.  Pero la lista es interminable. 

“Desde hace muchos años el país transita por la banquina. No iba a ser distinto en esta ocasión. El problema es más profundo y si algo vino a marcar es una nueva ampliación de la grieta, no de la ya conocida por todos, sino la que aleja cada vez más a la sociedad civil de la sociedad política, a la postre convertida en la nueva oligarquía o en un casta.

Es más que claro que en ese punto no hay divisiones. A la hora de la autodefensa corporativa, la dirigencia política busca su supervivencia aunque todos se mezclen en el barro y desde allí simulen peleas unos con otros. Durante 2020, en este mismo espacio escribimos sendas notas bajo el título: Pasar a la clandestinidad I y II. Algunos párrafos de aquello:

“El Estado y sus regulaciones obligan al propio Estado a permitir vías de escapes ilegales. Y cuando alguna de esas variables explota, nos agarramos la cabeza como si se tratara de algo que no conocemos y hasta tácitamente avalamos”. Estas líneas fueron escritas en este medio el día 25 de febrero de 2021. Vale la pena ponerlas una vez más en relieve, porque su vigencia son la clara descripción del proceso peligroso en el que ha ingresado la Argentina. Sobre todo en el Gran Buenos Aires, a las claras donde se describe en pocos kilómetros cuadrados la realidad del país. 

Recientes expresiones del ex subjefe de la policía bonaerense Salvador Baratta – fue concejal en el distrito de Lanús – agitaron más las aguas. “Todos los políticos en algún momento pasan a buscar el sobre de la droga”, dijo y remarcó, “ese dinero les sirve para la campaña”, sostuvo al tiempo que agregó: “Se habla todo el tiempo de la policía corrupta, pero nada dicen que el narco corrompe todo, a los políticos, jueces, periodistas, a las campañas políticas, corrompe todo…”. Lo de Salvador Baratta es una generalización injusta. Pero que al mismo tiempo debería ser rápidamente tomada por la justicia para saber hasta qué punto es real. Con sus expresiones admite un supuesta convivencia entre narcos, políticos y policías, lo que en México se denominaría “coludidos”. El problema en la “Argentina Blue” es que la primera reacción de la sociedad civil, enojada con la política, es creer. En muchos casos los intendentes suelen estar lejos de los negocios vinculados a los narcos. Algunos los denuncian o denunciaron. Otros tan solo deciden no meterse aún conociendo el problema. Por eso, las expresiones de Baratta requerirían más precisiones. Sí es llamativo que no se hayan alzado voces masivas de dirigentes territoriales cuestionando los dichos del ex edil de Lanús. 

Mientras el accionar de los responsables de la seguridad nacional y provincial emprenden una batalla inútil de egos, los problemas que aquejan al conurbano no se resuelven. Al contrario, se profundizan. El crecimiento de la marginalidad en los barrios es una etapa superior al aumento de la pobreza. La pulverización de la clase media y la aniquilación del ascenso social han generado un caldo de cultivo en los barrios donde ya un plan social no alcanza. El narco se ha convertido, lamentablemente, en una salida laboral más atractiva para quienes sus ejemplos cercanos son los peores. El 90 por ciento de los Argentinos no supera los 500 dólares mensuales de ingresos, el equivalente a un sueldo mínimo en Chile. La tentación a ir por la “banquina” es cada vez más grande. 

En el medio, Internas y especulaciones. 

La provincia de Buenos Aires está en el centro de las especulaciones en el futuro de las coaliciones de gobierno. Los efectos de la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque del Frente de Todos tiene un efecto en el peronismo bonaerense. Intentar sostener el caudal propio para el kirchnerismo es sinónimo de refugiarse electoralmente en Buenos Aires. 

Los vaivenes del oficialismo ponen en alerta a quienes tienen responsabilidades de gobierno. En un reciente encuentro entre jefes comunales, la mayor catarsis estuvo vinculada a la imperiosa necesidad de recuperar acciones con la mirada en la clase media. “Si no activamos ahí, nos tenemos que olvidar del 2023”, coinciden quienes conocen el termómetro de los barrios en el Gran Buenos Aires. E incluso pronostican que, llegado el caso, los alcaldes se volcarán a preservar sus territorios. Muchos de ellos, hoy ministros nacionales y provinciales, emprenderían la vuelta ahora que ya la ley les permite ir por un nuevo mandato. 

En ese contexto, ha empezado a crecer, todavía de manera muy tenue una idea que suele surgir cuando hay riesgo de pagar las consecuencias del gobierno nacional en la provincia. Es el famoso y nunca implementado desdoblamiento de las elecciones. Hasta ahora, la historia dice que sólo fueron amagues pero ningún gobernador se animó a firmar el desprendimiento. Pero hay un detalle esta vez. El reciente acuerdo para modificar la ley de las reelecciones quizá tenga su réplica y, por qué no, se presente un proyecto para que sea la legislatura la que decida el día de la votación en la provincia. Por ahora, el tema no sale del terreno de las especulaciones. Pero comenzó a pensarse, no hay dudas. 

Con cada vez más frecuencia salen a la luz episodios que nos demuestran con mucha claridad la Argentina paralela o blue en la que vivimos. El más reciente, de suma gravedad,  la muerte de 24 personas por consumir cocaína adulterada que compraron en un barrio del conurbano – Puerta 8 –  cuya ubicación es estratégica, entienden los especialistas. De allí que se apilen especulaciones sobre las razones de tamaña situación. Una rápida recorrida en el último año nos devuelve episodios que se enmarcan en un contexto donde se mezcla un Estado incapaz de dar respuestas y, por ende, es quien termina incentivando, por acción u omisión,  comportamientos ilegales. Hace un año atrás, nos desayunábamos, por ejemplo,  con el “vacunatorio vip”.  Pero la lista es interminable. 

“Desde hace muchos años el país transita por la banquina. No iba a ser distinto en esta ocasión. El problema es más profundo y si algo vino a marcar es una nueva ampliación de la grieta, no de la ya conocida por todos, sino la que aleja cada vez más a la sociedad civil de la sociedad política, a la postre convertida en la nueva oligarquía o en un casta.

Es más que claro que en ese punto no hay divisiones. A la hora de la autodefensa corporativa, la dirigencia política busca su supervivencia aunque todos se mezclen en el barro y desde allí simulen peleas unos con otros. Durante 2020, en este mismo espacio escribimos sendas notas bajo el título: Pasar a la clandestinidad I y II. Algunos párrafos de aquello:

“El Estado y sus regulaciones obligan al propio Estado a permitir vías de escapes ilegales. Y cuando alguna de esas variables explota, nos agarramos la cabeza como si se tratara de algo que no conocemos y hasta tácitamente avalamos”. Estas líneas fueron escritas en este medio el día 25 de febrero de 2021. Vale la pena ponerlas una vez más en relieve, porque su vigencia son la clara descripción del proceso peligroso en el que ha ingresado la Argentina. Sobre todo en el Gran Buenos Aires, a las claras donde se describe en pocos kilómetros cuadrados la realidad del país. 

Recientes expresiones del ex subjefe de la policía bonaerense Salvador Baratta – fue concejal en el distrito de Lanús – agitaron más las aguas. “Todos los políticos en algún momento pasan a buscar el sobre de la droga”, dijo y remarcó, “ese dinero les sirve para la campaña”, sostuvo al tiempo que agregó: “Se habla todo el tiempo de la policía corrupta, pero nada dicen que el narco corrompe todo, a los políticos, jueces, periodistas, a las campañas políticas, corrompe todo…”. Lo de Salvador Baratta es una generalización injusta. Pero que al mismo tiempo debería ser rápidamente tomada por la justicia para saber hasta qué punto es real. Con sus expresiones admite un supuesta convivencia entre narcos, políticos y policías, lo que en México se denominaría “coludidos”. El problema en la “Argentina Blue” es que la primera reacción de la sociedad civil, enojada con la política, es creer. En muchos casos los intendentes suelen estar lejos de los negocios vinculados a los narcos. Algunos los denuncian o denunciaron. Otros tan solo deciden no meterse aún conociendo el problema. Por eso, las expresiones de Baratta requerirían más precisiones. Sí es llamativo que no se hayan alzado voces masivas de dirigentes territoriales cuestionando los dichos del ex edil de Lanús. 

Mientras el accionar de los responsables de la seguridad nacional y provincial emprenden una batalla inútil de egos, los problemas que aquejan al conurbano no se resuelven. Al contrario, se profundizan. El crecimiento de la marginalidad en los barrios es una etapa superior al aumento de la pobreza. La pulverización de la clase media y la aniquilación del ascenso social han generado un caldo de cultivo en los barrios donde ya un plan social no alcanza. El narco se ha convertido, lamentablemente, en una salida laboral más atractiva para quienes sus ejemplos cercanos son los peores. El 90 por ciento de los Argentinos no supera los 500 dólares mensuales de ingresos, el equivalente a un sueldo mínimo en Chile. La tentación a ir por la “banquina” es cada vez más grande. 

En el medio, Internas y especulaciones. 

La provincia de Buenos Aires está en el centro de las especulaciones en el futuro de las coaliciones de gobierno. Los efectos de la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque del Frente de Todos tiene un efecto en el peronismo bonaerense. Intentar sostener el caudal propio para el kirchnerismo es sinónimo de refugiarse electoralmente en Buenos Aires. 

Los vaivenes del oficialismo ponen en alerta a quienes tienen responsabilidades de gobierno. En un reciente encuentro entre jefes comunales, la mayor catarsis estuvo vinculada a la imperiosa necesidad de recuperar acciones con la mirada en la clase media. “Si no activamos ahí, nos tenemos que olvidar del 2023”, coinciden quienes conocen el termómetro de los barrios en el Gran Buenos Aires. E incluso pronostican que, llegado el caso, los alcaldes se volcarán a preservar sus territorios. Muchos de ellos, hoy ministros nacionales y provinciales, emprenderían la vuelta ahora que ya la ley les permite ir por un nuevo mandato. 

En ese contexto, ha empezado a crecer, todavía de manera muy tenue una idea que suele surgir cuando hay riesgo de pagar las consecuencias del gobierno nacional en la provincia. Es el famoso y nunca implementado desdoblamiento de las elecciones. Hasta ahora, la historia dice que sólo fueron amagues pero ningún gobernador se animó a firmar el desprendimiento. Pero hay un detalle esta vez. El reciente acuerdo para modificar la ley de las reelecciones quizá tenga su réplica y, por qué no, se presente un proyecto para que sea la legislatura la que decida el día de la votación en la provincia. Por ahora, el tema no sale del terreno de las especulaciones. Pero comenzó a pensarse, no hay dudas. 

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