Por Sebastián Dumont- Periodista
La confirmación de la fórmula de Unión por la Patria con Sergio Massa y Agustín Rossi evitó la implosión interna del peronismo que veía en Wado De Pedro un candidato que los condenaba a resignar la gran mayoría de los territorios, sobre todo la provincia de Buenos Aires. La atomización interna que vive el oficialismo ha llevado las definiciones electorales al extremo. Las versiones se multiplicaron al extremo y trascendieron cónclaves cerrados entre los tres actores centrales de la determinación: Cristina Kirchner, Máximo Kirchner y Sergio Massa. El orden sí altera el resultado. La insistencia de Daniel Scioli chocó con una presión cada vez más marcada sobre el corrimiento territorial de quienes podrían garantizarle financiamiento y estructuras, los intendentes. Pocos suelen reparar en ese detalle a la hora de analizar la objetividad de la maniobra. Los fuegos de artificios de presentaciones judiciales no hicieron más que correr la cancha para buscar mejores condiciones en la negociación final. Y así fue. Los gobernadores del norte como Gerardo Zamora y Ricardo Quintela se fueron los nexos para que Alberto Fernández entregue su ultimo bastión y se conforme con sólo rescatar a Victoria Tolosa Paz y Santiago Cafiero en lugares expectantes de la lista de diputados nacionales.
Por lo observado, y aún ante las dificultades para instalar a De Pedro, Cristina Kirchner apostó a lo propio para construir hacia el futuro. Es decir, determinó que pasará a la oposición sin tener la garantía de retener la provincia de Buenos Aires. Las primeras reacciones de los alcaldes peronistas era de preocupación. Uno de ellos se sinceró ante El Embudo y dijo “yo creo que la vamos a pasar muy mal”. La audacia de Massa, sumado a su incansable trajinar lo llevaron a lograr el objetivo que se había trazado cuando asumió el ministerio de economía en agosto pasado.
“Cuando un general decide ir a la guerra, lo primero que mira es con qué cuenta. Cual es su logística, los recursos para la batalla y el tiempo que estos podrían durarle”, metaforiza un reconocido operador político del conurbano bonaerense, con varios cierres de lista sobre sus espaldas. Estos son los momentos donde disfruta con el nerviosismo de los más inexpertos. Es que todo puede cambiar en pocos segundos. Incluso cuando ya se firmaron las actas. No será la primera vez que un candidato se va seguro de haber firmado en determinado lugar de la lista, y cuando llega la boleta, está en otro.
Horas antes de la determinación del oficialismo, escribimos lo siguiente: En la definición de la fórmula presidencial, radica la mayor ansiedad. La información da cuenta que será Wado De Pedro y Juan Manzur, aunque nadie la confirma oficialmente. Había empezado a convencer cada vez más que el apellido Kirchner esté en ella. ¿Quién? Alicia. La veían como posible vice de Sergio Massa o de Axel Kicillof. Ya que para los alcaldes del Gran Buenos Aires, había perdido fuerza De Pedro ante las dificultades de instalarse. Los elogios de la Vicepresidente a Gabriel Katopodis agitaron su nombre para estar al frente de alguna postulación bonaerense. A los jefes comunales les consta que Cristina impulsó su posible postulación. Ella, en persona, levantó en teléfono para pedirles que lo ayudaran en la tarea de ser más conocido . Y le hicieron caso. Como siempre, hasta ahora”.
El gran error de confirmar una noticia solo por trascendidos, hizo que la tapa de los diarios del viernes dieran por hecho la fórmula Wado-Manzur. Pero aún había varias cartas para jugar.
Resta saber la letra chica del acuerdo por el cual el peronismo evitó la implosión, pero no es garantía de triunfo. La conformación final de las listas dará la real dimensión de hasta donde llega el poder de Cristina Kirchner, sin dudas, menguado. Como alguna vez se escribió en estas lineas: ¿Y si Cristina Kirchner ya no es garantía?