Por Sebastián Dumont
El bautizado “efecto Massa” en su llegada al Ministerio de Economía de la Nación extiende sus tentáculos a la principal fuerza de la oposición en la Argentina, Juntos por el Cambio. La interna allí estalló luego de los dichos de Elisa Carrió que pateó el hormiguero, fiel a su estilo. En realidad, puso sobre la mesa algo que ya existía. Las operaciones y zancadillas, sobre todo en el PRO, sólo eran eclipsadas por la densa pelea que viene teniendo el Frente de Todos. De lo contrario, ya hubiera sido motivo de largos editoriales y notas de opinión. Mucho más en un contexto donde olfatean el regreso al poder con chances reales de acontecer. Y allí es donde radica la aceleración de la crisis amarilla. ¿Y si a Massa le va bien? ¿Quiénes ganan y quiénes pierden? Las respuestas encuentran protagonistas victoriosos y perdedores en ambos lado de la grieta.
Vale la pena traer a la memoria el último fragmento de una nota escrita por quien esto firma el 23 de junio de 2021. Poco más de un año atrás. El texto concluía así: “La cuestión es más profunda. El sondeo que arroja números altos de cansancio en Macri y Cristina, quizá sea la expresión de algo que ya comenzó a gestarse. Algo así como un trasvasamiento generacional del poder. Cabe cuestionarse sí, en definitiva, se ha iniciado la construcción del nuevo el poder en la Argentina y sus actores. De eso deben estar pensando seriamente Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Massa, María Eugenia Vidal, Diego Santilli, Máximo Kirchner, Martín Lousteau, Cristian Ritondo, Florencio Randazzo y Emilio Monzó, entre otros. ¿Son tan distintos unos de otros? No. Y no sólo los une una cuestión generacional. Sus nexos son mucho más sólidos de lo que suelen salir a la superficie. Hasta comparten los mismos operadores mediáticos, judiciales y empresariales. Hoy la coyuntura los separa. Los objetivos los unen. Que el árbol electoral no tape el bosque”. (ver https://www.laprensa.com.ar/503434-Trasvasamiento-generacional.note.aspx )
Los dardos mediáticos de Carrió apuntan a ese esquema. Hoy la imposición de esa estructura tiene un componente decisivo llamado Sergio Massa. La puerta de entrada para que el líder del Frente Renovador recuerde su paso por el Anses y avance en jubilar a una generación en la que algunos les dispensan rencor y odio: Carrió y Macri forman parte de la lista. No son los únicos. Para eso, le debe salir bien haberse calzado el traje de superministro. O estar a la altura de los cientos de stickers que circularon por estas horas mostrando a Massa vestido de “superman” o de bombero dispuesto a apagar el incendio.
Avezados observadores de la política que supieron estar cerca de Massa no descartan que el resultado de su incursión por el ministerio de economía no sea exclusivamente “la gloria o devoto” en alusión al dicho popular que metaforiza el éxito o el fracaso. Puede haber un camino intermedio. “Ensayar un acuerdo político”, argumentan en sus cercanías. ¿De qué se trataría? Pues de avanzar en la construcción de un espacio de centro con exponentes que fueron mencionados lineas más arriba. A esa posibilidad se adelanta Elisa Carrió para minarla. Intentar socavarla.
La fractura expuesta que hay en el Pro y se ramifica a Juntos por el Cambio tiene aristas muy particulares. Y ellas quedan evidenciadas en la provincia de Buenos Aires hasta en los mínimos detalles. Las facturas internas llegan incluso a cómo se comportan concejales que deberían ser opositores en los distritos gobernados por el peronismo y, al parecer no lo son tanto. Es una muestra más de cómo se expande la puja de las facciones bien marcadas. Están aquellos que apoyan la posible candidatura a gobernador de Diego Santilli y quienes hacen lo propio con la de Cristian Ritondo aliado de María Eugenia Vidal. Debajo de esas alternativas se dividen en los territorios, lo mismo le pasa los intendentes que gobiernan distritos del conurbano.
Luego del fuego amigo de Elisa Carrió, la preocupación sobre futuras revelaciones va en aumento. “El paso de María Eugenia Vidal por la provincia de Buenos Aires y de Cristian Ritondo por el Ministerio de Seguridad no habría sido todo lo transparente que publicitaron”, suma como dato un hombre vinculado a organismos de inteligencia que se dedicó mucho tiempo a recorrer Buenos Aires. También se preguntan qué fue de la vida de Manuel Mosca, aquel presidente de la Cámara de Diputados bonaerense que debió ser expulsado luego que trascendieran causas por supuesto abuso sexual. Por lo que se ve, las “carpetas” están a la orden de día y, en una interna descarnada, es posible que haya más revelaciones.
Mauricio Macri comparte con Elisa Carrió su odio a Sergio Massa. Pero descartan que las declaraciones de la ex diputada hayan sido realizadas a expreso pedido del ex presidente. Sí le sirven para avanzar en su tarea de no “desperfilar” a su fuerza politica y, llegado el caso, ser el gran elector. Días atrás recibió a un grupo de dirigentes bonaerenses que se llevaron dos impresiones bien marcadas de Macri. En la primera de ellas lo notan sobrevolar la interna y hasta disfrutar de ella. La otra es que se siente cómodo en el juego de si será o no candidato el año que viene. “Hoy no lo soy”, suele decir, poniendo especial énfasis en la palabra hoy.
Por ahora, para mantener el misterio recorre distritos del conurbano como lo hizo el sábado pasado en San Miguel. Esa recorrida le sirvió a Cristina Kirchner para relacionar la presencia de Jaime Méndez, intendente de ese distrito por Cambiemos en un equipo de fútbol junto al fiscal que la está acusando, Diego Luciani entre otros miembros del poder judicial en las canchas de fútbol de la quinta Los Abrojos, propiedad de Mauricio Macri. La jugada de Cristina apunta a demostrar complicidad entre Macri y un sector de la justicia para condenarla y “proscribirla”.
Pero cuidado, cuando se utilizan este tipo de argumentos hay que estar atentos a que no sea un boomerang. Si se repasara con minuciosidad la lista de quienes se calzaron los botines en las canchas de Macri como suele llamárselas, habría más de una sorpresa. Incluso con asistencia de algún dirigente de La Cámpora. A los fines del relato, la excusa sirve, sobre todo en quienes no conocen de cerca cómo es el andamiaje de ese sitio ubicado en el distrito de Malvinas Argentinas. Para ingresar no hace falta ser amigo de Macri. Ni siquiera conocerlo. Ante la difusión de las imágenes, un asiduo concurrente se reía. “Hay varios peronistas que estaban allí que ahora están enojados porque los relacionan con Macri”. Distinto habría sido si esos partidos tuvieran los mismos protagonistas en la Quinta de Olivos donde también había competencias.
Los intendentes peronistas apuestan a un buen desempeño de Massa en el ministerio. Ese resultado les dará más o menos oxigeno para el año electoral. De todo ello hablaron días atrás en un cónclave muy cerrado en la ciudad de Buenos Aires donde abundaron, como en otras ocasiones, cuestionamientos al gobernador Axel Kicillof. Criticas que, por ahora, no salen a la luz pública. Y quizás no vayan a salir nunca. Como dice un operador todo terreno, la historia es “siempre igual, en grupo son duros, y luego se entregan de a uno”. El gráfico ejemplo podría ser tomado para muchos de los estratos de la vida política argentina. Los resultados están a la vista.