Por Sebastián Dumont
El principal activo electoral del Frente de Todos que gobierna la Argentina y la provincia de Buenos Aires es el conurbano bonaerense. Allí se asentó el éxito en las urnas el año pasado para que Alberto Fernández llegue a la presidencia y Axel Kicillof a la gobernación. Nada que no se haya dicho hasta aquí, pero que vale la pena tener presente para entender el direccionamiento de las políticas publicas de ambos gobiernos. La endeble situación económica en las barriadas fue el principal eje que permitió el regreso al poder del kirchnerismo. Pero allí también convive una amplia porción de la sociedad cuyas demandas, más allá de las económicas, no son atendidas con la misma dedicación. La seguridad y la corrupción siguen siendo problemas recurrentes que no expresa con la misma preocupación el oficialismo pero que tampoco se alzan con claridad voces desde la oposición que contengan ese porcentaje de votantes que llevaron a Macri y Vidal a conseguir el 40 por ciento de los sufragios.
La falsa creencia de aquellos guarismos como propiedad de dirigentes en particular pueden desembocar en acciones equivocadas. ¿Quien habla hoy para ese sector? Por ahora nadie. Al menos con claridad. Se esperaba a Horacio Rodriguez Larreta como el hombre fuerte que construya, desde la posesión del territorio porteño, la bandera más clara de ese discurso. Sin embargo, por ahora, su postura es mantener silencio y no confrontar abiertamente con el gobierno nacional y con la propia Cristina Kirchner quien, en su momento, desde La Matanza avisó lo que vendría. La decisión está tomada. La Ciudad de Buenos Aires verá recortado sus ingresos de coparticipación para este año.
Un reciente muestreo nacional de la flamante consultora Inteligencia Analítica sobre 7.876 casos arroja que la principal preocupación de los Argentinos es la corrupción con el 27,2 que solo es superado si se suman todos los ítems relacionados con la economía, como inflación, desempleo, dólar y tarifas. Allí se observa que la inseguridad llega al 10,4 por ciento de las preocupaciones.
Estos números son interesantes para observar que, aspectos como la corrupción, han crecido en el interés desde el cambio de gobierno según la misma consultora. Y también es un aspecto que, en la actualidad no tiene una voz desde la oposición que congregue ese discurso. Lo mismo para con la inseguridad. Recién ahora en Juntos por el Cambio intentan mostrar un camino para presentar posturas comunes tras la reaparición de Macri que, al decidirse por Patricia Bulrich en la presidencia del PRO busca un carácter más confrontativo que el resto de la mesa de un espacio político cuyo destino, inevitable, es asumir las divisiones internas. Será muy difícil que puedan llegar en unidad al año próximo electoral. Sobre todo porque hay temas que parecen preestablecidos que no serían tan así. ¿María Eugenia Vidal va a ser un instrumento político de Horacio Rodriguez Larreta en la Provincia de Buenos Aires? Es lo que suele afirmarse, con mucho sentido, a partir de la historia de ambos. Ahora bien, quizá la idea de la ex gobernadora sea otra. Y se trate de conservar una impronta propia con aspiraciones electorales. ¿Podrá? Al menos va a intentarlo. Para ello comenzó a diseñar sus próximos pasos que tendrán, esta semana, un encuentro con legisladores bonaerenses de su espacio en los clásicos “retiros espirituales” que supo popularizar el PRO.
La inseguridad empieza a ser un tema de agenda diaria en el conurbano. No es que lo haya dejado de ser antes, pero ahora se multiplican las protestas callejeras. La semana pre carnaval hubo manifestaciones en diversos distritos del conurbano sur y el viernes hubo otra en La Matanza, puntualmente en la localidad de San Justo. También se preparan movidas iguales en municipios de la zona norte del gran Buenos Aires. Y se le sumó el desesperado pedido de justicia de una madre que le mataron a su hija policía en Morón. Lo hizo delante del ministro de Seguridad Sergio Berni y del Intendente de local Lucas Ghi.
Intendentes peronistas de la Tercera sección electoral deslizan que las marchas tendrían el empuje de concejales de Juntos por el Cambio debido a que en sus distritos tienen lazos más aceitados con la clase media que, por lo general, es la que motoriza estos reclamos. Si bien la política suele filtrarse en estos aspectos, no pareciera ser el común denominador de una situación que atraviesa a todos. Mucho más si se comienza por la realidad interna de la policía bonaerense a la espera de definiciones más concretas en las primeras líneas de mando.
Alberto Fernández pone todas sus fichas en arreglar el tema de la deuda porque necesita dar buenas noticias económicas. Más allá de medidas puntuales, la percepción de bolsillos más holgados aún no se hace sentir en la mayoría de los Argentinos. Siempre según el trabajo de Inteligencia Analítica, la mayor parte de los encuestados sostiene que su economía está igual que antes. Así opinó el 40 por ciento mientras que casi el 30 contestó que su economía es mala. No ven mejoras. El motor del cambio fue el bolsillo. Si este no mejora, será difícil para Alberto Fernández construir poder propio que le permita pararse mejor en las internas que salen a la luz, a diario, en el Frente de Todos. Más preocupante es aún el dato que surge del mismo sondeo. Allí se sostiene casi en partes iguales que Cristina Kirchner será quien termine gobernando la Argentina como aquellos que piensan en que Presidente y Vice negociarán para mantener la convivencia.
Uno de esos aspectos se observa con claridad mientras se negocia con los acreedores. Como suele decir el economista Javier Milei la “crisis de la Argentina espera en un callejón sin salida”, y sostuvo además: “Si el gobierno no hace el ajuste no tiene con qué pagar, cae en default y volamos por los aires. Si hace el ajuste sin confianza, el mayor ahorro no genera inversión, cae el PBI, el empleo y salario real”. Mientras tanto, hay economistas que creen en que la idea de la cesación de pagos anida en un sector del oficialismo a los fines de disponer de recursos para “hacer política o populismo”. Eso también traza la interna misma del espacio gobernante.
Su correlato en la provincia de Buenos Aires es notorio, más allá de los gestos para aplacarlos. Como el que tuvo la semana pasada Axel Kicillof al convocar una reunión en La Plata con los diputados nacionales por Buenos Aires, junto a Sergio Massa y Máximo Kirchner. Ya acostumbrados a los largos discursos del gobernador, los presentes se fueron con la certeza que su idea sigue vigente: quiere torcer el rumbo de la lógica histórica del sistema político provincial. Les pidió acompañamiento pero al mismo tiempo dejó claro cómo y por qué llegó a ese sitial.
Por ahora, el oficialismo logra que la oposición se construya entre propios. Hay un campo afuera que aún nadie logra representar con claridad. En Perú, días atrás hubo elecciones parlamentarias donde la atomización partidaria fue contundente. La fuerza política que más votos obtuvo llegó al 10,26%. Todo un detalle de la falta de representación política. Con una oposición que aún no representa la demanda del votante fuera del Frente de Todos, siempre hay un campo para la aparición de sorpresas.