Las dudas que surgieron a partir de la empresa SmartMatic, encargada de desarrollar el software para las elecciones en la Argentina pone en relieve una realidad que se vive en el Gran Buenos Aires donde, más allá de cuestiones tecnológicas todavía conviven situaciones que permiten a los oficialismo correr con ventaja. “Las elecciones se ganan votando, pero también contando”, suele expresar un experimentado dirigente del conurbano, ubicando en la misma línea la importancia de emitir el sufragio como de convalidarlo en el final de la jornada. Para ello, hay que estar atentos a varios puntos.
La nueva manera en que se van a transmitir los datos de las mesas desde el domingo, en la tarea que llevará adelante la empresa cuyos orígenes y mayor participación se dio en Venezuela, logrará un dato muy importante sobre la información con la que los argentinos nos iremos a dormir el domingo a la noche. Es verdad que luego se hace el escrutinio definitivo llevado adelante por la justicia y con verdadero valor. Pero como sostienen experimentados en la materia, lo que viene desde ese día es una batalla comunicacional de cómo se presente el resultado. Sobre todo si, como se prevé, la elección asoma con paridad.
Más allá de la batalla legal y verbal para sembrar dudas – muchas de ellas con justificación – hay herramientas que se utilizan en el conurbano el día de la elección. Algunas de ellas son muy rudimentarias pero eficaces a la vez.
En primer término, un distrito medio del Gran Buenos Aires requiere de un ejército de fiscales para cubrir todas las mesas. El promedio son al menos 1000 personas. Salvo el oficialismo y la principal oposición, nadie los tiene. Desde ese momento, la ventajas son considerables. El rol de ellos no se acota a la hora de abrir las urnas después de las 18, sino durante todo el día. Tareas como la reposición de boletas es clave ya que suelen “robarse” las mismas entre los sectores políticos en pugna. Ya en 2003 Elisa Carrió lo vivió en carne propia cuando sus papeletas desaparecieron en pocos minutos de todos los cuartos oscuros del conurbano. No tenía los fiscales necesarios. El problema es más profundo que dudar de la transmisión de los datos.
Otros casos son aún más sorprendentes. Se ha llegado, con información de quienes habían sido citados como autoridades de mesa, a “invitarlos” a retirarse de la escuela de votación antes del arranque del comicio. Se sabe que ante la ausencia de los responsables, debe tomar ese lugar la persona que este primero en la fila para votar. ¿Casualidad? No. Ese designado por lo general es un puntero de los intendentes locales. La ventaja es enorme en ese sentido. Por ello, el problema no es solo cómo se transmite el dato sino como se elabora el mismo a la hora del conteo. O, también, cuando cierran las mesas los más “pesados” suelen correr a los fiscales de las otras fuerzas. Por las buenas o, si es necesario, por las malas.
El entramado de lo que se cocina el día de los comicios no suele ser suficiente para torcer la voluntad del pueblo si ello es muy marcado. Pero en elecciones parejas todas las maniobras de ese estilo pueden ser decisivas.
En cuanto a la carga de los datos, lo más probable es que en las PASO, los números del conurbano sean los últimos en llegar. Ello es por una simple razón: en la provincia de Buenos Aires se votan 5 categorías, Presidente, Diputados, Gobernador, Legisladores provinciales e intendentes. Además en varios casos hay interna por los cargos locales con lo cual el conteo va a ser más engorroso y largo. A diferencia de lo que sucede en otras provincias donde solo se vota presidente y legisladores nacionales. Allí el conteo será más veloz. Un ejemplo concreto que puede favorecer al oficialismo: los datos de Córdoba se cargarán antes que los del Gran Buenos Aires.
La propia Elisa Carrió desmiente la teoría de quienes sostienen que el escrutinio provisorio no define nada y que la carga de los datos no tiene influencia. En el 2015, cuando se perfilaba el triunfo de Vidal en Buenos Aires subió al escenario y le pidió a los fiscales que se queden en las escuelas más allá de los datos que se hacían públicos. Buscaba como objetivo que nadie abandone el conteo. Sobre todo en el conurbano.
Por estas horas, donde la publicación de las encuestas ya no puede realizarse, los sondeos se multiplican en los celulares de los dirigentes. Y allí se ven análisis de todo tipo. Hay una coincidencia en todos ellos. Se perfila como la fuerza más votada el Frente de Todos con diferencias muy amplias en el conurbano. Sobre todo en la tercera sección electoral. El oficialismo apuesta a achicar en la zona norte y sobre todo en el interior. Los datos sobre las realidades locales no se han modificado mucho. Los intendentes de Juntos por el Cambio están arriba cuando la medición es en términos individuales. Por ello, muchos están aplicando el reparto de boletas con otros candidaturas presidenciales. La necesidad tiene cara de hereje. Todos pueden mostrar muchas obras públicas, pero temen el voto castigo por la economía que se siente y mucho en sus distritos. La idea es cerrar el domingo siendo los candidatos más votados. Con un agregado: mostrar que ellos son los que tienen los votos. Luego vendrá otra historia.