“En este momento, hay sólo tres personas haciendo política en serio en Argentina, Javier Milei, Cristina Kirchner y Mauricio Macri”, analiza un dirigente bonaerense desde la tranquilidad de haber transitado cargos electivos diversos y ahora puede tomarse el tiempo para observar la escena nacional y provincial. Es un momento particular donde desde el oficialismo pueden caer en la trampa de embriagarse con la serie de buenos resultados que le ha venido dando la macroeconomía. Mientras que en la oposición, particularmente Cristina, apelan a exaltar una mítica algo abollada alrededor de la construcción del relato de la persecución judicial para proscribirla. El resto mira sin aún poder ensayar una respuesta para desandar un camino que los ponga en la discusión. Paradójicamente, en ambos lados de la grieta, toman para sí aspectos que pueden emparentarse con el enorme triunfo de Donald Trump en las elecciones de los Estados Unidos la semana pasada.
El gobierno de Javier Milei ha logrado lo impensado para muchos – la gran mayoría del círculo rojo – de ordenar variables de la macroeconomía.. La rapidez en el tiempo para estos resultados es lo más sorpresivo. La baja del riesgo país, a 814 puntos este miércoles es un dato descriptivo de la recuperación de la confianza en qué el rumbo trazado llegó para quedarse y que los bonos argentinos van a ser pagados en tiempo y forma. Como adelantamos la semana pasada, la elección en los Estados Unidos iba a jugar un rol fundamental en esa percepción, y efectivamente el triunfo de Trump lo corroboró.
Con un mercado local cada vez más convencido sobre los “drivers” de la economía, las miradas sobre el riesgo ya no se posan tanto en el riesgo país que elabora la JP Morgan, sino en el riesgo político que implica ingresar en el año electoral del 2025. Por momentos pareciera que Milei debe dar exámenes adicionales por su condición de haber llegado por fuera de la política tradicional. A medida que fueron pasando los meses, este domingo se cumplieron 11 meses al frente de la administración nacional, tuvo que convencer a fuerza de concreciones empíricas que su modelo iba a funcionar aplicando el ajuste “más importante de la historia”, según sus propias palabras. Cuando ya ese frente parece despejado, al menos en lo que resta del año y con las proyecciones de ingresos de dólares para 2025, los escudriñadores de la realidad nacional e internacional levantan la mano y preguntan: ¿Qué puede pasar si Cristina Kirchner gana las elecciones en la provincia de Buenos Aires el año que viene?
La sola posibilidad de la vigencia política de Cristina Kirchner pone en alerta a quienes siempre tienen una excusa a mano para poner en Argentina la plata para inversiones de largo plazo y no sólo en operaciones financieras de entrar y salir. En muchas oportunidades lo sostuvo el Ministro de Economía Luis “Toto” Caputo cuando, al explicar el plan trazado, decía: ¿Por qué está funcionaría? Por qué esta vez la decisión política del Presidente de mantener el equilibrio fiscal no se negocia”. Nota al pie de página, en una encuesta a pedido de un sector opositor al gobierno se sorprendieron al ver que el Ministro de Economía tiene casi 42% de imagen positiva en el Conurbano bonaerense. “Una muestra más de que el ajuste se hizo popular”, agregan risueños protagonistas habituales de las mesas del mítico Florida Garden, en Florida y Paraguay.
Pues bien, dos elementos se han dado para beneplácito del Poder Ejecutivo. En ambos casos se tratan de números. De la economía ya los sabemos aunque no está mal repasarlos, pero también hay que agregar las encuestas que muestran la imagen de Javier Milei y el mes pasado ha vuelto a crecer convirtiéndolo en el político argentino más ponderado. La imagen de Javier Milei puede tener subas o bajas pero son todas muy tenues, lo destacado para los especialistas es que se mantiene en los mismos niveles de forma constante.
Hace una semana, el Presidente Javier Milei sostuvo que la recesión había terminado. Los indicadores de alta frecuencia de la actividad consolidaron un rebote en el mes de octubre. Ese día, el INDEC dio a conocer dos datos relevantes como la actividad industrial y la construcción. Si bien en ambos casos hubo caída en términos interanuales, cuando la comparación es contra el mes anterior, ambos subieron. La industria creció 2,6% y la construcción 2,4% en septiembre contra el mes de agosto. Sobre este escenario se va configurando el mapa electoral del 2025, con incógnitas aún por resolver. Sobre todo en la provincia de Buenos Aires donde la mitad de la biblioteca sostiene que, entre gallos y medianoche, se eliminará la prohibición para la reelección por más de un mandato de intendentes y legisladores, y la otra mitad sostiene que es imposible que eso suceda.
La provincia de Buenos Aires asoma como la batalla crucial que le daría un sustento adicional al gobierno en su marcha para establecer un nuevo orden. Pero cuidado, no es una condición irremplazable. De hecho, cuando Mauricio Macri gobernó la Argentina le ganó la elección intermedia en 2017 con Esteban Bullrich a Cristina Kirchner y después la economía le jugó una mala pasada y perdió en 2019. Es decir cada momento tiene sus particularidades aunque está claro que imponerse en 2025 no sólo le daría un plafón mayor con presencia legislativa sino también como espaldarazo político. Si lo que importara fueran los datos económicos y la macro ordenada con proyección a recuperar la micro, es probable que el gobierno no tenga demasiados inconvenientes en imponerse. Luego vendrá la discusión de cuál será la mejor estrategia de acuerdos para llegar a ese objetivo.
En ese plano, la principal discusión para la Libertad Avanza es qué hacer en su alianza o no con el PRO. Importa para la ciudad de Buenos Aires y sobre todo para la provincia donde los números son mejores para el peronismo que en otras jurisdicciones. La posibilidad de dividir el voto entre la Libertad Avanza y el PRO quizá le de una ventaja adicional a Cristina Kirchner – se descuenta que será candidata y está haciendo todo para serlo – para sacar una luz de ventaja e imponerse. Ese hipotético resultado pondría una luz de alerta sobre la teoría de los gobiernos no peronistas. Es decir, si solo son paréntesis entre las administraciones justicialistas y nada más. Pero ojo, quizá estemos ante un fenómeno más profundo que trascienda a Javier Milei y aún hay quienes se resistan a entenderlo.. Sobre todo se ve en un sector de la dirigencia que no encuentra su lugar en el mapa y se dedica por estas horas a analizar más la psiquiatría del Presidente que sus movimientos políticos.
También podrían ser ubicados allí quienes creen, desde el peronismo no K, que hay lugar para un sitio intermedio entre la fortísima polarización en la que está sumida la política y la sociedad argentina. “No entienden que ahora, para que pueda reconstruirse un peronismo nuevo primero hay que resolver la cuestión Cristina Kirchner, y por ahora el único que puede desplazarla es Javier Milei”, observan desde experimentadas mesas políticas. Lo que el Presidente, con sus formas cuestionables dijo “ponerle el cajón al kirchnerismo con Cristina adentro”.
La brutalidad de las frases que pone los pelos de punta a una cantidad de dirigentes espantados por las formas de Milei no tiene su correlato en los que se proponen representar. Más claros ejemplos que lo visto en Estados Unidos el martes pasado imposible. Más bravuconadas que las dichas por Trump difícil de encontrar. Y entonces que? Saben interpretar la ira de la gente y se ponen de su lado. Rompen lo políticamente correcto. Enfrente de Milei quien lo entiende – veremos si tiene tiempo -es Cristina Kirchner que acaba de llamarlo “idiota”. Nadie de su núcleo duro saldrá espantado por eso. Al contrario. La aplauden. Pues bien, no es cuestión de si nos gustan las formas o no, sino de entender por dónde pasan las cosas. El clima de ira y bronca está presente en el mundo entero. Volvemos a lo que dijo Giuliano Da Empoli, el autor del “Mago del Kremlin”, ira más algoritmo.
La solapa de Trump
El triunfo de Donald Trump fue mucho más arrollador de lo esperado ya que se impuso en todos los Estados clave que suelen cambiar sus votos. Y ganó en aquellos condados del interior que muestran a quienes no tienen acceso a los medios masivos como sucede en las grandes ciudades donde se mantiene la agenda progresista que encarnó Kamala Harris. Trump ganó también en los grandes conurbanos, podríamos sintetizar. En este contexto, vale la pena mirar cuáles serán las consecuencias del triunfo para la Argentina. Sabido es que el Presidente Javier Milei ha decidido alinearse con Estados Unidos como eje medular de su política exterior más allá de quien gobierne ese país. Es una decisión de Estado que, como tantas otras, se mantiene a rajatabla y hasta las últimas consecuencias.
Aunque no hay dudas de la afinidad entre Trump y Milei por cuestiones varias que están más que expuestas, Cristina Kirchner cree que hay aspectos del triunfo del magnate que los asemejan. La primera, central y mucho más en estas horas, es la “persecución judicial” que ambos sostienen fueron y son sometidos. También la ex presidente se para en la mirada proteccionista sobre la economía que propone profundizar el reelecto Presidente. Sin embargo, quizá lleguen más noticias desde el norte no tan auspiciosas para ella. En la veloz conformación de su gabinete, Trump se disponía a nombrar al senador de la Florida Marco Rubio como Secretario de Estado. El encargado de las relaciones diplomáticas. Un duro entre los duros. Es el mismo que, junto a otros senadores, firmó en 2023 una carta para que Biden sancione a Cristina Kirchner por “corrupción”. En aquel momento, Rubio justificó el pedido de una manera brutal: “Es una cleptócrata convicta que robó miles de millones de las arcas estatales y permitió que actores malignos como China e Irán concentran su influencia corrupta en un aliado crítico de Estados Unidos, Argentina”. Junto a él, firmaron los senadores Jim Risch -miembro de alto rango del Comité de Relaciones Exteriores del Senado-, Rick Scott – Elon Musk lo apoyó para ser el líder republicano en el Senado, cargo que ahora ocupará John Thune, Bill Hagerty y John Cornyn. Movimientos muy importantes que, en ciertas ocasiones la polvareda del conurbano bonaerense no permite divisar con claridad