“Amo ser el topo dentro del Estado, yo soy el que destruye el Estado desde adentro”, sostuvo Javier Milei en una entrevista para un medio extranjero el 6 de Junio pasado. Con ironía, sectores de la política argentina se preguntan, desde hace meses, si el ex presidente Alberto Fernández no terminó siendo un “topo” que con sus acciones llevó al kirchnerismo a la derrota electoral y con ella al comienzo de su desaparición como sector político dominante. Según la definición que suele utilizarse de la palabra “topo” para estas ocasiones es aquella “persona que se infiltra en una organización y actúa al servicio de otros”. Salvando todas las distancias y ante un presunto caso muy grave de violencia de género como el se lo acusa al ex Jefe de Estado, se convierte en un golpe letal para una fuerza política que ya había ingresado en modo de descomposición. Y, al momento, no encuentra la forma de reconstruirse.
Resulta que ahora la sorpresa no es tal. Parece que la violencia que habría ejercido Alberto Fernández sobre su ex mujer Fabio Yañez era vox populi entre quienes solían acceder a la intimidad de Olivos. Y, en todo caso, guardaron silencio vaya uno a saber por qué. O, mejor dicho, sí se sabe por qué, mantener negocios o posiciones de poder. La creación del Ministerio de las Mujer ahora aparece como un acto de enorme hipocresía como tantos otros ítems que separan el relato de la realidad. El estado de estupor ante la difusión del caso se expande y crece. Siempre sobrevuelan historias oscuras de las razones por las cuales se aprieta el gatillo judicial y mediático en momentos determinados y no en otros.
El devenir de estos hechos le servirá al núcleo duro que rodea a Cristina Kirchner para ratificar que sus advertencias sobre el rumbo y el cariz que había trazado Alberto Fernández durante su gobierno no era otra cosa que la traición misma a la ex Presidente quien lo había elegido para ese lugar. Podrán decir que ella lo advirtió desde la famosa carta de los “funcionarios que no funcionan”. El puntapié de esta estrategia lo dio la Intendente de Quilmes Mayra Mendoza al sostener en momentos en los cuales la información comenzaba a circular al decir que Fernández tenía todas las características de una persona violenta. Téngase en cuenta que lo manifestó desde México donde viajó junto a Cristina Kirchner para participar de un encuentro organizado por el partido gobernante en ese país, MORENA. En ese viaje, estuvo también la intendente de Moreno, Mariel Fernández. Ambas con aspiraciones de reemplazar a Kicillof en 2027. O, al menos, ser parte de la fórmula. En el caso de la alcaldesa del oeste del GBA, ya dejó atrás su pertenencia del Movimiento Evita que le permitió llegar hasta allí.
En su rol de “topo” dentro del Estado como se definió Javier Milei en su oportunidad, el caso de Alberto Fernández le sirvió para ratificar una de sus primeras decisiones en las cuales aplicó la “motosierra”: la eliminación del Ministerio de la Mujer. Por eso, el Presidente en su cuenta de X escribió : “Como sostenemos hace años, la solución para la violencia que ejercen los psicópatas contra las mujeres no es crear un Ministerio de la Mujer, no es contratar miles de empleados públicos innecesarios, no son los cursos de género y definitivamente tampoco es adjudicar a todos los hombres una responsabilidad sólo por el hecho de ser hombres. Décadas de estudios científicos son prueba de ello. La única solución para bajar el delito es ser duros contra quienes los cometen. Aumentar la burocracia estatal es una estafa moral, fiscal y política. Es aprovecharse de un problema grave para hacer negocios”.
Este episodio que hoy conmueve en Argentina y repercute en el mundo se le suma a un contexto global – incluido el tema Venezuela – muy complejo que ayuda a prolongar la paciencia en las demandas internas al gobierno de Javier Milei. Casos que profundizan la idea de “estamos mal, pero miren quienes eran los que nos gobernaron y pretendían seguir gobernando. Es mejor esperar y aguantar ante el riesgo de volver a todo eso”.
El video que se difundió el lunes donde Milei recibió en la Casa Rosada al ganador de la medalla de oro en los juegos olímpicos José Torres Gil es una muestra más de esa estrategia. Cuando el deportista salió al balcón de la Casa de Gobierno, el Presidente quedaba en segundo plano hasta que fue el propio Torres quien le pide que se acerque a saludar. Ese recorte inundó las redes sociales destacando la “humildad” del Jefe de Estado. Son formas. ¿Tienen límite? La realidad económica podría ser una de esas. Pero aún no asoma como lo más complejo.
En su último informe, el ex Ministro de Economía Domingo Cavallo sostuvo que “El gobierno cree que la recesión era inevitable, dado el enorme esfuerzo fiscal necesario para lograr la reducción de la tasa de inflación. Dado que el presidente Milei había anticipado esto durante la campaña electoral, la recesión y sus consecuencias sociales aún no parecen haber afectado su popularidad. Las encuestas muestran el mismo porcentaje de apoyo que recibióen las elecciones, pero será difícil mantener este apoyo si no aparecen pronto signos claros de recuperación económica.
El equipo económico confía en que la disminución de la inflación permitirá la recuperación de los salarios reales pagados por el sector privado y también mejorará el poder adquisitivo de las pensiones. Si esto ocurre, el consumo debería aumentar y, dado que el nivel de utilización de la capacidad instalada en la industria es muy bajo, la oferta de bienes de consumo podría aumentar sin que la reactivación retroalimente la inflación”.
Ambos párrafos explican con claridad cuál es el dilema núcleo de la gestión de Milei. Sostener apoyo hasta que las variables económicas, puedan regalarle combustible para sostener e incrementar ese reconocimiento de su labor que, ya se observa separado de su imagen personal. Es decir, no obtiene los mismos índices cuando se consulta por la marcha de la gestión que cuando se consulta por su imagen personal.
Ahora, Alberto Fernández y también la condena al ex Secretario de Comercio Guillermo Moreno por los tiempos en los que se manipuló el dato de la inflación en el INDEC, son insumos que, impactados en la opinión pública, ayudan a la resistencia de un momento complejo del que todavía la salida es difusa. Los topos abundan en todos los ámbitos y definir bien para qué intereses trabajan u operan ya es otra tarea. En algunos casos, son tan torpes que todo queda a la luz muy rápidamente. En definitiva, es aún muy costoso poder alumbrar un tiempo distinto sin apelar a prácticas históricas. De la mano de los mismos de siempre.