Por Sebastian Dumont – Periodista
En estos momentos, la política argentina está atravesada por un mix de sensaciones. Lo que denominamos el estado asambleario permanente. El propio Presidente Javier Milei lo deja claro en cada intervención que lleva adelante. La más notoria, claramente, fue la del Congreso el viernes pasado, pero no la única. Hay un juego doble de sostener la imagen del hombre disruptivo que construyó y le ha dado excelentes resultados, con una dosis de realismo político. Cuando asoma el precipicio pone un freno. Y convoca a negociar, aunque suene más a un llamado para adherir. El desconcierto atraviesa desde lo más territorial a lo macro.
En materia política, el avance del Jefe de Estado sobre su propia agenda está apoyado sobre la imagen que aún conversa en la opinión pública. No hay un solo dirigente con experiencia en unidades básicas o comités radicales que no muestra sorpresa ante la combinación de ajuste y apoyo. Aún con dificultades extremas, identifican a la “casta” como la responsable de sus males actuales, aunque estos se hayan agravado. Es un fenómeno novedoso que podrá o no tener un límite. No lo sabemos. La lógica indica que sí, pero dependerá del efecto de los resultados que pueda mostrar la actual administración. El ya famoso “hay luz al final del túnel”.
Ciertos trabajos de estudio de opinión arrojan datos interesantes. Por ejemplo, medido antes del discurso del viernes pasado, el gobierno mantenía una imagen positiva del 50.3 por ciento y en el caso particular del Presidente, el mismo porcentaje. Por ahora, la balanza se inclina hacia su lado. Pero no es menor observar con detenimiento otro dato sobre el principal problema del país para los consultados. Extrañamente, la inflación ocupa el segundo lugar detrás de la corrupción por escaso margen. Es 30,9% (Corrupción) a 30% (Inflación). Un detalle que ayuda a entender porque el mensaje anti casta ha penetrado tanto. En la lógica de la calle es como decir: “La plata que me falta a mi alguien la tiene”, Y Milei ayudó a identificarlo: Los políticos.
No en vano, mientras la macro economía se supone hace lo suyo y se aguarda algún resultado en la micro – llámese recuperación del salario real y baja de la inflación – aparecen a la luz pública casos de corrupción. El último de ellos es el tema de la contratación de brokers para asegurar desde oficinas públicas con comisiones, en algunos casos, algo elevadas. Lo interesante de esto no es el caso en particular, algo que en las mesas políticas era sabido, sino una nueva demostración que, a la hora de los negocios los nombres se repiten. Un verdadero homenaje a la transversalidad que proponía Néstor Kirchner. Y otros nombres, extrañamente o no tanto, son más remolones para salir a la luz.
Aunque este tema ponga en la palestra a Alberto Fernández, el objetivo no es sólo dañarlo políticamente a él – acaba de pedir licencia en el PJ nacional, al que no volverá – , sino sostener públicamente, la manera en que trabaja “la casta” y profundizar el relato del gobierno de venir a cambiar esa lógica.
Frases como la que emana desde el Ministerio de Capital Humano cuando se dice que “todos los días encontramos un kiosko”, hacen a la estrategia de mantener a flote la lucha sin cuartel contra los “políticos ladrones”. Y, en gran medida, la calle aguanta, espera y apoya.
“Es que ha sido todo demasiado obsceno”, gráfica un viejo operador político que ha transitado por muchas etapas y se ve sorprendido de la voracidad de estas últimas. Es un momento extremadamente sensible. Los acusados de ser quiosqueros, ya están hurgando en los posible nuevos administradores de esos resortes. Al parecer, hay muchos libertarios que no pasarían el scanner de transparencia que ellos apuntan para otros. “Tiempo al tiempo”, dicen con sed de revancha.
No se sabe hasta qué punto es real o no. Pero si partimos de la base que Milei expone su deseo de hacer un trabajo que, indefectiblemente le traerá costos políticos severos, y que además no es su idea permanecer en la política, estamos ante un caso verdaderamente disruptivo. Rompe con la lógica de siempre, donde el político siempre trató de pagar los menores costos posibles para poder construir un proyecto de permanencia.
De todas maneras, aunque no lo plantee abiertamente, ya ha comenzado la construcción de una estructura propia para poder darle sustento legislativo el año próximo. En este esquema naciente, a la luz de los recursos que da mantener el poder, más allá de la “motosierra” declamada, empieza a tejerse un manto de dudas sobre la permanencia y el rol futuro de las fuerzas políticas hoy en el tablero. El mayor interrogante se cierne sobre la razón de ser del Pro, entendiendo que Juntos por el Cambio ya no existe más.
La configuración del tablero político argentino va dando lugar a una nueva polarización. Sí, de todas maneras, el desafío es encontrar nuevos liderazgos que alumbren la conducción de esos espacios. Sobre todo el peronismo. Una muestra fue el domingo pasado la sintonía entre Guillermo Moreno y Miguel Angel Pichetto. Coinciden en encontrar puntos de acuerdo. Cuidado que, de la polarización a la partición en cuatro cuartos del escenario hay un solo paso. Podría suceder que las diferencias internas del peronismo astillado impliquen un reagrupamiento de los sectores más ortodoxos en detrimento del kirchnerismo que podría quedar más cerca de la izquierda tradicional, mientras que el radicalismo debe encontrar su lugar en el mundo. La derecha más clara está detrás de Javier Milei. De allí las dudas de Macri sobre en qué lugar pararse una vez que recupere la Presidencia del PRO, para la que ya no tiene rivales.
En semanas donde se multiplican las aperturas de sesiones ordinarias, los jefes territoriales bonaerenses, básicamente del peronismo, muestran sus preocupaciones crecientes. El gobernador Axel Kicillof lo dejó claro en la suya. Está decidido a pararse como un faro de oposición al gobierno de Javier Milei. En la provincia de Buenos Aires, la más populosa del país, La Libertad Avanza no se impuso en ninguna de las instancias.
En el Gran Buenos Aires, los intendentes muestran aseguran tener administraciones sanas, pero los pedidos de ayuda social se multiplican. Y ha aumentado la petición de trabajo. Ya lo advirtió el alcalde de Merlo Gustavo Menéndez cuando dijo esta semana que “momentos difíciles se van a profundizar, así que de la organización que seamos capaces de tener, depende también poder salir adelante, poder pasar este proceso tan difícil de la mejor manera”. Una palabra clave: organización.
En cualquiera de los casos, estamos ante la conformación del nuevo mapa. Ese tránsito debe convivir con una realidad económica apremiante, donde la mayoría de los argentinos dice que su economía está peor que hace seis meses atrás, y no cree que vaya a estar mucho mejor en los próximos seis. Habrá que ver, cual es el punto máximo de encuentro entre esa realidad y el apoyo al Presidente, y cuándo empiezan a separarse.