Los movimientos políticos más importantes suelen ser detectados por los pequeños detalles que los preceden. La última intervención pública de Cristina Kirchner en Avellaneda dejó varios para seguir con mucha atención. Lo macro del mensaje quedó evidenciado en la distancia que la Vicepresidente le pone a la política económica del gobierno que ella misma construyó en 2019. Pero algunos fragmentos de su exposición permiten avizorar posibles maniobras que se tejen en su siempre encapsulado pensamiento. La referencia a la experiencia, según ella positiva, de la creación de Unidad Ciudadana quizá se transforme en el camino de avizorar lo que prepara Cristina. En la provincia de Buenos Aires, Alberto Fernández va quedando más aislado. La dirigencia territorial, incluso la del Frente Renovador, no oculta sus preferencias por su figura. ¿Se puede construir un escenario similar al 2017?
En el mes de marzo, desde este mismo espacio se dijo que el “Frente de Todos ya no existía más”. A pesar de los esfuerzos por sostener la unidad, en los hechos aquella aseveración es una palpable realidad. Tal cual como se lo gestó, desapareció. De todas maneras, ello no quiere decir que en la estrategia electoral del oficialismo puedan pensarse alternativas para sostener una competencia interna antes que la ruptura sea más explicita. Hoy, en mesas políticas nacionales y provinciales se animan a aventurar una PASO con, al menos, cuatro listas. A un año de todo eso, resulta ciencia ficción.
Y esto ocurre en medio de un país patas para arriba. La diferenciación que pretende dejar en claro Cristina Kirchner sobre el rumbo económico del gobierno no la excede de responsabilidades. Pero ella, como muchos otros, saben que el futuro es oscuro. Con niveles de inflación camino a los tres dígitos, no hay manera para cualquier oficialismo de ganar las elecciones. Nada hace avizorar que el rumbo se tuerza lo suficiente para recrear expectativas.
La debilidad de Alberto Fernández no la desnuda sólo la andanada de críticas que le hace su mentora. El propio Presidente designa funcionarios en el gobierno nacional cuyo desembarco se interpreta como el inicio de sus propias campañas presidenciales. Pasó en su momento con la llegada de Juan Manzur a la jefatura de Gabinete y el impulso del plan “Juan XXIII”. El propio presidente se encargó de limarlo y seguir con Santiago Cafiero como su premier desde la Cancillería. Ahora, es el turno de Daniel Scioli. El ex gobernador llegó al Ministerio de Desarrollo Productivo con la impronta que siempre tuvo en su vida política. Su mayor éxito es ser “incombustible”. Lograr que no “le entren las balas”. Desde allí buscará ser candidato a presidente. Raro. Ministros que sueñan con suceder al jefe de Estado que los designa quien al mismo tiempo dice que va por su reelección.
Sergio Massa también quiere ser presidente. Y esta semana pegó un golpe sobre la mesa. Al estilo de Alfredo Casero hizo saber, vía sus hombres más cercanos, que está agotado de la anomia. Lo resumió con brutal claridad el Ministro de Transporte de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Donofrio. “Estamos cansados que Massa tenga razón y no le hagan caso”. Y agregó: “Muchas de las ideas que viene planteando Massa, como la salida de los planes sociales por trabajo genuino, de lo cual habló la propia Cristina Kirchner”. Otro detalle, tanto Donofrio como dirigentes del Frente Renovador estuvieron aplaudiendo a Cristina Kirchner en Avellaneda. El presidente de la Cámara de Diputados convocó a un congreso de su fuerza politica para mediados del mes próximo. No es la primera vez que se lanza con cierta anticipación una reunión de estas características para definir el rumbo dentro de la coalición. Sucedió en Abril y luego se desactivó. En ese momento se avanzó en la constitución de la mesa del Frente de Todos bonaerense. Massa insiste para que eso suceda a nivel nacional. Pero no encuentra eco. Sobre todo, en Alberto Fernández quien se resiste a la constitución de un super ministerio de economía.
En la provincia de Buenos Aires, el presidente se va quedando cada vez más solo. Los intendentes, aún los que se mostraron más cerca de él, ya decidieron: se van con Cristina Kirchner. Incluso, esa decisión ya la habrían tomado los dos ministros Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta. Pragmatismo puro. “Al menos, Cristina te garantiza un piso electoral en el conurbano, Alberto nada”, suelen repetir diversos alcaldes ante la dicotomía.
La embestida que Cristina Kirchner hizo de la forma en que se manejan los planes sociales en la Argentina tuvo como destinatarios al presidente y al movimiento Evita. Ambos fueron socios políticos en 2017 para enfrentarla a ella. De inmediato, los referentes del Evita, cuyas figuras más conocidas son Emilio Pérsico, Fernando “Chino” Navarro, la intendente de Moreno, Mariel Fernández y el ex jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina respondieron con un comunicado cuyo título fue “La única verdad es la realidad”. Allí, además de defender sus acciones, lo más interesante es que convocan a la construcción de “un espacio político que discuta el modelo”. Traducido: Están dispuesto a competir electoralmente. Ya han dado algunas señales en ese sentido en las elecciones pasadas y ahora instalando candidatos en distritos bonaerenses. Podrían ser el pilar territorial que hay Alberto no tiene en los distritos. Un remix del 2017 cuando apoyaron la candidatura de Florencio Randazzo.
Es interesante el debate que puso sobre la mesa Cristina Kirchner. No es que ya no se estuviera dando, pero la voz de la vicepresidenta lo amplifica. Paradojas de la historia. Este modelo de crecimiento de las organizaciones sociales en los distritos fue ideada por Néstor Kirchner. Su intención fue atomizar el poder de los alcaldes en sus tierras para acotarlos. Los incentivó y financió. El modelo hizo que siguieran creciendo al amparo de la caída de la actividad y bancadas por el “Estado presente”. Hoy son un ejercito en sí mismo, incluso potenciados por el gobierno de Mauricio Macri quien pactó con ellos para garantizar “paz social”.
La vicepresidenta abrió una puerta para que los intendentes vuelvan a la carga con un reclamo histórico en esa puja. Recogió el guante, hábilmente, Martín Insaurralde, jefe de Gabinete de Kicillof quien en su respaldo a Cristina Kirchner solicitó que los planes sean manejados por el Estado más cercano a la gente, es decir los municipios. Otro detalle: Massa e Insaurralde volvieron a mostrarse juntos el miércoles en San Vicente, distrito gobernado por Nicolas Mantegazza, alcalde muy cercano al intendente de Lomas en uso de licencia.
El oficialismo actúa por comportamientos estanco. Cada sector busca sacar provecho y diferenciarse en medio del retroceso. Le pasa lo mismo a Juntos por el Cambio. Afloran los posibles candidatos pero sobran las internas. Crece la desconfianza en quien o quienes serían capaces de, simplemente, ordenar. Parece poco, pero es mucho. En definitiva, habrá que prestarle atención a quienes desde su experiencia en estas contiendas políticas aseguran que especular con candidatos hoy es el vano. La dinámica propia de la Argentina hace que hoy, en el radar, quién pueda ser el próximo presidente, no está.