Por Sebastián Dumont
Existen sitios emblemáticos en la provincia de Buenos Aires que son ineludibles para todo aquel que se precie de hacer política en ese territorio. Ningún armador que no haya pasado por ellos puede jactarse de serlo. Se trata de lugares muy puntuales donde confluyen las roscas habituales de los dirigentes y operadores bonaerenses. Uno de esos lugares está ubicado en la intersección de la rutas 8 y 188 en Pergamino, plena segunda sección electoral. Se llama “El refugio” y el nombre sirve para ejemplificar este particular momento que vive la política bonaerense, atenta a las desavenencias del contexto nacional de una complejidad tal pocas veces recordada. Ha empezado el operativo “refugio” en los territorios, para guarnecerse de lo que podría ser la tormenta electoral en 2023.
Conviene observar las, por ahora, sutilezas que emanan de los intendentes bonaerenses, sobre todo los del conurbano, que han ido a ocupar cargos en la administración provincial y nacional. Ninguno de ellos ha dejado de tener su cabeza y sus acciones en el municipio del que pidieron licencia. Pero, en las últimas semanas, ese efecto se hace aún más notorio. Ministros que comparten actividades locales en sus comunas a la par de los intendentes interinos que dejaron cuando aún era una incógnita si la ley de las reelecciones se iba a aprobar. Es una constante. Y además utilizan las redes sociales casi para promocionar más lo que sucede en sus distritos de origen que las tareas propias que ahora llevan adelante.
Claro que la intensidad de lo descripto no impacta de la misma forma en todos los casos. Esto se ve, en principio, en los jefes comunales del Frente de Todos mayormente, sumado al caso de Jorge Macri, actual ministro de Gobierno porteño quien parece haber decidido enfocar su futuro en la Ciudad Autónoma y ya no en Vicente López, donde su influencia es aún muy notoria.
De hecho, hay varios casos en donde le han puesto fecha de regreso a sus comunas. Se habla de marzo del 2023, siempre que no suceda algún imprevisto y las batallas internas del gobierno Nacional no obliguen a retornos acelerados. La salida del Ministro de Producción Matias Kulfas tras el sainete del off de récord por la construcción del gasoducto Néstor Kirchner se han convertido en la más clara señal que Alberto Fernández, en el final del camino, no está dispuesto a bancar a los más cercanos. Y Kulfas lo era. Los funcionarios “albertistas” tienen un destino muy distinto cuando se “equivocan” que los cristinistas. Los ejemplos sobran. De lo contrario, no puede entenderse las razones de la permanencia de Sergio Berni en el Ministerio de Seguridad bonaerense luego de haber tratado públicamente de borracho al jefe de Estado de borracho. Y no es la primera vez que lo desafía. Y allí sigue.
Ni hablar de otros casos. El incumplimiento de la orden presidencial para no viajar al exterior en plena pandemia por parte de Luana Volnovich y Martín Rodriguez no tuvo ninguna consecuencia. Allí sigue ella firme en la titularidad del Pami. La vara es distinta. Notoriamente diferente. A esta altura, ya habrán tomado nota los que soñaban con el nacimiento del Albertismo.
Quizá esa sea la razón fundamental que ya avizoraron los dos ministros más cercanos a Alberto Fernández con territorio en sus espaldas: Gabriel Katopodis (San Martín) y Juan Zabaleta (Desarrollo Social). Son quienes vienen tendiendo puentes con La Cámpora, por ende con Cristina. En su momento la desafiaron, pero eso, en los tiempos de la política pasó hace mucho tiempo. Hoy se necesitan. Unos para no poner en riesgo sus distritos, ella para sostener encolumnados los territorios detrás de su figura.
El caso de Hurlingham quizá sea más complejo que San Martín. En la capital provincial de la pequeña y mediana empresa – cuando estas proliferaban – a Katopodis lo reemplaza internamente un hombre de su confianza: Fernando Moreira. En cambio, Zabaleta se fue y su comuna quedó en manos de un dirigente de La Cámpora. Trasciende que ya habría comenzado los planes de retorno. Para refugiarse en su tierra adoptiva – la real siempre fue Morón – donde hasta le cambiaron el logo a la Municipalidad y la planta baja del palacio se ha convertido en un amontonamiento de empleados sin demasiada claridad sobre las tareas que tiene que hacer. Ahora se los llama “orientadores”. Hasta para indicar dónde queda el baño. Beneficios del Estado Presente.
En Escobar, Ariel Sujarchuk hoy a cargo del Ente que administra la estratégica Hidrovía, jamas dejó de poner el ojo y el cuerpo en su distrito. Si hasta cuando concurre, casi a diario, ocupa el sillón del intendente y su despacho. Mientras las tareas navegables lo ocupan, la firma la ejerce “Beto” Ramil, su alter ego. Si hasta se avanzó a crear oficinas de Hidrovía en la propia Municipalidad. En sus redes sociales suele compartir las actividades de la comuna con más ahínco que las de su cargo nacional. Todo es posible, menos alejarse del “refugio”.
Tampoco el Ministro de Infraestructura bonaerense Leonardo Nardini pierde distancia de Malvinas Argentinas. Es cierto que allí en el día a día tiene mucha injerencia política el senador Luis Vivona y la intendente interina es Noelia Correa, la figura de Nardini tiene su taquilla y no es cuestión de desaprovecharla. Sobre todo en tiempos donde arrecían las dudas sobre el destino del oficialismo.
Algo similar sucede con el Jefe de Gabinete de Axel Kicillof, Martín Insaurralde. Su desembarco con aroma a intervención en la provincia de Buenos Aires no significó un distanciamiento de Lomas de Zamora. Al contrario. Y sobre todo, en las últimas semanas se lo ha visto más que activo en mostrar actividades en su distrito. No se especula con un regreso inmediato, porque es uno de los anotados para proyectar la sucesión del actual gobernador gracias a sus vínculos con La Cámpora y un entramado de intendentes y legisladores que lo acompañan en distintas secciones electorales.
En Merlo, Gustavo Menéndez hoy al frente de las empresas del Grupo Provincia ha pedido licencia y quien lo reemplaza interinamente es su hermana Karina. El apellido Menendez no se aleja del territorio ni por un segundo. Lo números que se manejan puertas adentro dan cuenta de una alquimia que hay asoma imbatible en el distrito con mayor electores de la primera sección electoral: Cristina Kirchner – Menéndez.
La realidad de recostarse sobre sus comunas también impacta en aquellos intendentes que siguen al frente del gobierno local y no han pedido licencia. Son la mayoría de los casos, y en tiempos como este mucho más. Se suele desempolvar el método vecinalismo para que los alcances de la gestión sean lo que prevalezcan sobre la coyuntura politica. Aunque esta nunca es ajena. Sobre todo en el conurbano, donde se mezcla mucho la realidad nacional en el humor de la gente. Incluso, por encima de lo provincial. Por aquella cuestión eterna de la invisibilidad del gobernador de turno a la hora de identificar responsabilidades.
Cuando asumió, Axel Kicillof como en su momento María Eugenia Vidal intentaron darle una impronta propia para cambiar “la lógica bonaerense”. No pudieron. A una se la llevó puesta la realidad del gobierno nacional que la contenía (y combatía). Al actual mandatario, este momento hasta quizá lo favorezca. Las múltiples internas y la necesidad de blindar los territorios le podrían abrir la puerta para buscar su reelección sin demasiada discusión. En definitiva, como suele explicar un experimentado dirigente bonaerense con varios cargos en sus espaldas, “hoy Axel está más en modo Scioli”. Si de supervivencia se trata, el ejemplo es muy concreto. Quedó claro aún más, este último fin de semana pasado.
