Por Sebastián Dumont
La campaña comenzó tediosa, plagadas de cruces verbales entre los candidatos de la principal fuerza opositora y, por ahora, pocas propuestas. La realidad es que no habría por qué esperar mucho más que eso. Salvo alguna excepción, los actores son los mismos que vienen monopolizando la política argentina desde hacer muchos años. Y donde se espera algo más, que son los nuevos, por ahora se muestran con el manual de la politica tradicional. Al menos, en la provincia de Buenos Aires. En este contexto, se abren interrogantes. ¿El oficialismo, a pesar de sus errores forzados y no, puede ganar con alguna comodidad? La respuesta es afirmativa en algunos despachos de intendentes del peronismo del conurbano. El numero de la comodidad sería una diferencia de, al menos, 8 a 10 puntos.
En término de certezas, se ha instalado con mucha razón y pruebas, que la lista del Frente de Todos es un triunfo de Cristina Kirchner y La Cámpora. Sobre todo si se mira la de diputados nacionales. Pero la encabeza Victoria Tolosa Paz, que en el esquema de la coalición, es Alberto Fernández. Y, además, ya se la muestra con un ímpetu producto de alguien cuyo objetivo no es sólo ser tope de una lista para llegar al congreso. Se le nota que hay deseos aspiracionales claros. Por su puesto que para ello tiene que ganar. Esa situación, y movimientos en el gabinete permiten darle una mirada distinta al cierre que hizo el Presidente Alberto Fernández. ¿Es tan cierto que perdió en el reparto? Veamos.
Además del caso de Tolosa Paz, Alberto Fernández va a quedarse con el manejo del Ministerio de Desarrollo Social. Allí asumirá en los próximos días Juan Zabaleta, intendente de Hurlingham que deja el municipio en manos de un concejal que responde a La Cámpora. Si bien ser ministro significa estar a “tiro de decreto”, el presupuesto y las herramientas que manejará Zabaleta serán infinitamente superiores a los de un alcalde. La inevitable tensión con los movimientos sociales requerirá de muñeca política, algo que le atribuyen a “Juanchi”. Incluso lo reconocen aquellos que no simpatizan con él en el propio oficialisimo.
Avanza una decisión de darle otra forma a los planes sociales. Y sobre todo de quitarle a las organizaciones la potestad de poder manejar los padrones de quienes ingresan o salen del “Potenciar Trabajo”. La decisión de ordenar ese esquema será trabajo del nuevo ministro. Si sale bien, el rédito será para Alberto Fernández. Ante eso, el Presidente ¿Lo transferirá o buscará utilizarlo como un activo político? Las filtraciones de las polémicas visitas a Olivos en plena pandemia no hacen mella en la ilusión reeleccionista del jefe de Estado. Igualmente, aquí también se observa la degradación de gran parte la dirigencia política. Lo que a Carlos Menem le festejaban, a Alberto Fernández se lo ridiculizan. Nota al pie: La CNN acaba de publicar un artículo sobre los fallecimientos de las personalidades más importantes del mundo en lo que va del 2021 y lo ubica en la lista a Carlos Menem. En el caso del actual presidente, su reciente visita a Perú para la asunción de Pedro Castillo quedó en segundo plano donde hubo más repercusión por la presencia de Evo Morales, ex presidente de Bolivia.
Es claro que lo planes que anidan en el círculo más cercano al jefe de Estado requieren de un éxito en Buenos Aires. De no suceder, la implosión interna podría tener derivaciones muy peligrosas. Sin embargo, los números que se manejan puertas adentro no estarían, por ahora, marcando esa posibilidad.
Al dispositivo descripto hay que sumar la permanencia de Gabriel Katopodis en el Ministerio de Obras Pública, clave para establecer relaciones políticas con gobernadores e intendentes, siempre dispuestos a abrir los brazos a la llegadas de ellas. No sólo por lo que producen políticamente. Se entiende. Además, que Alberto Fernández haya podido retener a Santiago Cafiero en la Jefatura de Gabinete le abre la posibilidad a soñar con algo más grande para el 2023. Y si se anota en la lista para ir por la gobernación. Por ahora, habladurías. No más que eso. El albertismo, que nunca nació, aún anida en la proyección de varios. Por eso, cabe preguntarse si sigue siendo conveniente subestimar al Jefe de Estado. Un dato más sumará a la hora de conocerse el nombre del próximo ministro de Defensa. ¿Se acerca Julián Dominguez? Se define en las próximas horas. De concretarse, será el desembarco de otro bonaerense en el gabinete nacional.
Las proyecciones que hacen en el gobierno anidan en la por ahora extraña campaña de Juntos. Las peleas internas con cruces verbales alejan la posibilidad de convertirse en una opción valida para quienes se han desencantado del oficialismo y también de este sector de la oposición. Con otro sistema de votación se podría inferir que fuerzas políticas con menos despliegue territorial tendría más chance de sumar. No es el caso. En el conurbano, si candidatos como José Luis Espert, Gomez Centurión o el propio Randazzo no establecen acuerdos con los jefes territoriales, sus boletas corren serio riesgo de permanecer en el cuarto oscuro más allá de las ocho y cuarto de la mañana del día de la elección. Para tener noción de la estructura que se necesita el día de la elección en un distrito medio del conurbano: entre 1000 y 2000 fiscales.
Por esa, y otras varias razones es que se anota con mayores posibilidades, a priori, la candidatura de Diego Santilli para ganarle la interna de Juntos a Facundo Manes en la provincia. Pero la campaña recién comenzó a rodar y quienes apoyan como candidatos y postulantes la lista del neurocirujano buscan instalar que será el único que puede ganarle al Kirchnerismo.
El comienzo no es del todo alentador. Las peleas y cruces verbales son típicos de estos tiempos. En este camino poco resta para que aparezcan “carpetas” de un lado y del otro. No faltan en tiempos electorales las campañas sucias y no son propiedad de un sólo sector partidario. En próximos capítulos se abordará la cuestión. Sobre todo porque lo que pregonan por renovación terminan encallados en las mismas prácticas.