Por Sebastián Dumont
“El conurbano será el peor sitio para estar, aún no comenzamos a ver los verdaderos efectos del coronavirus”, sostiene a este medio un experimentado secretario de salud de un distrito del Gran Buenos Aires donde en su órbita no hay hospitales provinciales pero sí municipales. Este detalle no es menor para entender la lógica sanitaria que necesita ser mirada de cerca en la provincia de Buenos Aires, pero sobre todo en la geografía de mayor concentración poblacional de la República Argentina.
La convivencia de hospitales municipales, provinciales y nacionales dentro de una misma jurisdicción parece, aunque suene increíble en estos tiempos, no ser una solución que agilice el problema. Es que, en el fondo, hay una discusión sobre recursos y logística que se maneja con criterios distintos. La pandemia del Coronavirus quizá ayude, una vez que transcurra, a repensar el sistema.
Ejemplos hay muchos. El martes a la mañana, Axel Kicillof recorrió el primer centro de atención preparado exclusivamente con camas de terapia intensiva que está en José C. Paz. Allí lo hizo junto al intendente Mario Ishii quién inauguró ese nosocomio hace cuatro años con fondos propios del municipio. A la noche, generó cierto enojo en las autoridades locales escuchar que un funcionario de segunda línea bonaerense hablaba como un acto de gestión propia la apertura de esa sala de cuidados intensivos. La política no debiera anteponerse a los intereses del conjunto. Pero, lamentablemente pasa.
En dicha comuna bonaerense conviven 4 hospitales de gestión local y uno provincial, el Mercante. La diferencia entre la tecnología y las prestaciones de unos y otro son notorias. El hospital provincial acusa efectos de tiempos de mucha dejadez. Producto de varios gobiernos. No es el única caso. Suelen repetirse. En eso se apalanca Kicillof para reiterar que la herencia recibida va más allá de lo económico. Y además, el problema es otro. Si un intendente quisiera auxiliar con recursos a un hospital que administra otra jurisdicción podría ser juzgado por utilizar mal ese dinero. ¿insólito? Sí, pero es así. Mientras tanto que los vecinos esperen.
Durante muchos años, la puja política y económica entre los propios intendentes se centró en la manera que la provincia de Buenos Aires reparte por ley la coparticipación. No es una cuestión antojadiza. Se toman en cuenta indicadores como la población, al caudal turístico, a la capacidad potencial absoluta y per cápita de los Municipios por la recaudación de tasas que le son propias y determinados efectores de salud, como la capacidad de internación de los hospitales municipales.
Es ello lo que explica, por ejemplo, que un distrito como Malvinas Argentinas tenga el tercer mayor nivel de coparticipación provincial más alto. Aún por encima de distritos con mayor densidad de población y kilómetros cuadrados.
El distrito de la primera sección electoral desarrolló un polo sanitario municipal de referencia nacional y provincial. Eso sucedió durante el gobierno del ex intendente Jesús Cariglino donde el secretario de Salud era Hugo Schawb. La clave fue el desarrollo en todos los niveles de atención pero el aumento de la capacidad en alta complejidad fue central para el aumento de los recursos que, a su vez, permitieron la reinversión en nuevos centros sanitarios y más tecnología. Las transferencias de recursos de un distrito a otro provocó, como era lógico de esperar, tensión entre los propios intendentes quienes de todas maneras no dudaban en enviar allí a los pacientes graves que no podían resolver en su momento.
El ejemplo de Malvinas Argentinas se propagó a partir del 2015. Ya fuera del gobierno local, el Dr. Hugo Schawb fue convocado por otros intendentes para replicar su metodología. Es por eso que distritos como José C. Paz, Tigre, Escobar, San Fernando, Hurlingham, Merlo, General Rodriguez y Pilar que levantaron distintos nuevos hospitales. El que recorrió Kicillof el martes pasado en los pagos de Ishii es uno de ellos. Es más, hasta se habría dado un diálogo telefónico entre el gobernador y el ex secretario de salud para conocer cuál es su mirada basada en la experiencia de lidiar con la actividad sanitaria hace muchos años en el Gran Buenos Aires. En estos momentos, aquellos que cuestionaban la inversión en alta complejidad sanitaria quizá revean su mirada, más allá de la importancia de la prevención y el primer nivel de atención.
La conclusión de la conversación, de la que participó también el ministro de salud provincial Daniel Gollán, va más allá del voluntarismo y la buena predisposición. Se trata de dar una respuesta logística adecuada. Y allí hay muchas dudas y situaciones dispares en el conurbano. En estos momentos, no alcanza con saber de salud, es clave como distribuir los recursos económicos y humanos. En ello, varios intendentes tienen más conocimiento que los funcionarios provinciales.
Axel Kicillof los convocó para el jueves en La Plata. A los 135 jefes comunales. Cada uno por su parte ha extremado las medidas en sus territorios, siguiendo con las directivas nacionales y provinciales pero con una realidad que no es fácil de domar. ¿Cómo lograr dejar en sus casas a muchos bonaerenses que viene casi en la marginalidad y el día a día? La caída del consumo y la actividad económica golpeará fuerte en las arcas locales que empiezan a ver con preocupación otro fenómeno que, tratarán de controlar: La tensión social.
“No sirve ahora estar atentos a ver si hay un caso de coronavirus en tal o cual distrito, todos los van a tener en su momento, nadie quedará exento. Mucho más cuando avance el otoño y el invierno”, asegura un secretario de salud municipal que está convencido de armar centros de referencia regionales para atender pura y exclusivamente el coronavirus.
Por todo ello, resulta poco explicable la idea que tienen algunos de generar supuestos réditos políticos con la difusión de falsos casos en determinados distritos. Tarde o temprano llegarán. No tiene sentido avanzar en la difusión de falsas noticias que sólo alimentan en pánico.