“En el peronismo somos así, cuando estamos afuera del poder tendemos a la unidad, cuando volvemos, se agrandan las diferencias internas”, la descripción de un histórico pero vigente dirigente del peronismo bonaerense alcanza para describir este momento en el oficialismo nacional y provincial. Lógico momento donde el mosaico variado con el que se construyó el Frente de Todos comience a marcar sus propias líneas internas. Las mismas ya empiezan a vislumbrarse con mayor claridad. La omnipresencia de Cristina Kirchner en todos los juegos marca un condicionamiento para el resto de aquellos que buscan reavivar diferencias anteriores cuando formaron parte de espacios políticos distintos. Claro, siempre debajo del paraguas del peronismo. Definición que hasta la propia Angela Merkel le pidió que le sea explicada por Alberto Fernández en su paso reciente por Alemania.
La metodología funciona a la perfección.
El gobernador Axel Kicillof decidió pagar el vencimiento del capital del bono BP 21 más los intereses luego de haber intentado diferir el mismo con diversas ofertas que no fueron aceptadas. La multiplicidad de análisis sobre la estrategia que llevó adelante el gobernador quizá escondan una mayor simplicidad en las cosas. Pero sí se asegura que, una vez más, hubo influencia de Cristina Kirchner a la hora de tomar la decisión de pagar, cuestión que muy pocos creían que no se efectuaría. Hacerlo con fondos propios hizo tambalear el discurso de tierra arrasada que va construyendo, con argumentos muy reales, el relato bonaerense. A ello, el ex ministro de Economía Hernán Lacunza le agregó el dato que los fondos para abonar no habrían sido de la colocación de una letra del tesoro el viernes 31 de enero, ya que ello era una renovación. Algunos intendentes reconocieron el aporte en la compra de algunas de ellas con el excedente en su recaudación.
Justamente, los alcaldes, otra vez, salieron al unísono en apoyo a la decisión del gobernador de la provincia. En cada movida de estas características y cuando se filtra enojo de los alcaldes, aparecen cataratas de tuits diseñados de la misma forma, para mostrar públicamente el bienestar de las relaciones y el respaldo al gobierno provincial. La necesidad de desmentir tanto algo se convierte, de manera automática, en la confirmación de la existencia del problema. No se niega lo que no existe.
Las tensiones forman parte de la lógica política. No es para sorprenderse y mucho más en un esquema de armado con tan diversas piezas pujando por lo mismo: el poder. Por ahora, la oposición es una construcción del oficialismo.
Añoranzas del 2017
Por decisión de Cristina Kirchner, a lo más alto del poder institucional de la Argentina han llegado los dirigentes que la enfrentaron en las elecciones de medio tiempo del mandato macrista. Desde Alberto Fernández para abajo. En aquel esquema cobijado por el sello del PJ están todos menos Florencio Randazzo que se mantiene alejado aunque muchos de los suyos ocupen cargos en el Estado desde aquellos tiempos. Aquel recuerdo del 5 por ciento de los votos se robustece con la idea, desde el gobierno, de recrear una línea interna denominada el “albertismo”. La maquinaria ya comenzó a funcionar.
Esa posibilidad, aún en pañales, es la misma que lleva a decir a altos funcionarios del gobierno nacional “no se preocupen por la provincia”: Traducido: no molestarse si no reciben ofertas para ocupar espacios de poder bajo la batuta de Axel Kicillof. En la práctica, el gabinete de Fernández muestra como se amalgaman las diversas líneas internas.
La construcción del albertismo bonaerense tiene tres pilares: el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, el Ministro de Obras Públicas Gabriel Katopodis y el jefe comunal de Hurlingham Juan Zabaleta. Es decir, los mismos que armaron el randazzismo, sumados al Movimiento Evita quien hoy goza de su primera experiencia territorial en el conurbano al gobernar Moreno de la mano de Mariel Fernández quien tiene línea directa con el “Gringo” Castro de CTEP y el propio Emilio Pérsico, quien volvió al Ministerio de Desarrollo Social.
Entre los jefes comunales asoman, al menos, tres espacios distintos. Por un lado, los más cercanos a Alberto Fernández, aquellos que tienen relación directa con Massa y los Kirchneristas más puros o de La Cámpora.
La comprobación de estas relaciones se da en la práctica. A varios alcaldes les sorprendió que, tras enviar un mensaje al Presidente de la República, la contestación llegara vía Katopodis o Zabaleta. Los más cercanos a ese esquema hoy son, por ejemplo, Julio Zamora de Tigre, Fernando Moreira de San Martín, Santiago Magiotti de Navarro a los que se suman alcaldes de la tercera seccion como Mariano Cascallares de Almirante Brown. Por el lado del massismo anotan como propios a Juan Andreotti de San Fernando, Javier Osuna de Las Heras, Ariel Sujarchuk de Escobar y Leonardo Nardini de Malvinas Argentinas. Otros casos son los de aquellos que están ligados directo a La Cámpora o al kirchnerismo como Lucas Ghi de Morón, Mauro García de General Rodriguez, Juan Botto de Luján, Mario Secco de Ensenada y Jorge Ferraresi de Avellaneda al igual que Juan Ustarroz de Mercedes.
A grandes rasgos así se estructura el Frente de Todos en el conurbano donde otros alcaldes juegan más como líberos. Son los casos de Gustavo Menéndez de Merlo que desde su posición como presidente del PJ habla con todos. Lo mismo que Mario Ishii de José C. Paz con vínculo directo en la gobernación, pero también muy cercano a Massa o el propio Martín Insaurralde que, vía Máximo Kirchner ha perforado la cerrazón de cargos en la provincia de Buenos Aires.
Las vinculaciones alcaldes con Kicillof será comidilla permanente en los tiempos que vienen. De todas maneras, se trata de una situación para muchos actores inédita. La manera de hacer política del gobernador no es buena ni mala, es su forma ligada directamente a Cristina Kirchner, por ahora, la dueña de los votos en el Gran Buenos Aires. La cuestión es adaptarse o confrontar. No parece aún ser tiempo para lo último.
Donde sí empieza a crecer la preocupación es en el ámbito de la seguridad. El lamentable caso del asesinato del cajero en el Banco Nación de Isidro Casanova reavivó el regreso con fuerza de delitos violentos. Fuentes con mucho conocimiento en ese área bonaerense aseguran que, la inestabilidad de los cargos en la policía bonaerense atentan contra la tranquilidad de la fuerza donde hay muchos integrantes de gran capacidad pero acotados. En ese marco, se habría multiplicado el delito en determinadas zonas. El ministro de Seguridad Sergio Berni dio la orden que, los integrantes de los comandos de patrullas en los distritos se municipalicen, y los policías locales vuelvan a la Escuela Juan Vucetich para que salgan oficiales sub ayudantes. Es más, podría haber limites a las horas adicionales de los efectivos, lo cual genera preocupación en la fuerza.
Estos condimentos sirven para ejemplificar una realidad que va más allá de la rosca política. No vaya a ser cuestión que, de poner tanta atención en la economía y la deuda, se profundicen problemas tan sensibles como la seguridad. De eso, quizá, espera subirse el macrismo para resurgir como una oposición más dura en los tiempos que vienen.