Alberto Fernández será recibido en la sede del partido justicialista en los próximos días. Ese gesto simbólico pone sobre la mesa que la construcción del Frente de Todos ha tenido como eje político jurídico el sello del partido creado por Juan Domingo Perón al que se lo desempolva cada vez que es necesario. De todas maneras, ello no alcanzará para escapar a una realidad que se vive en la Argentina desde hace muchos años y es la destrucción de los partidos tradicionales en el rol que supieron tener en otros tiempos. Por si hiciera falta, las tareas proselitistas en el conurbano bonaerense, con vistas al 27 de octubre, son una demostración muy cabal de la vigencia de este fenómeno. Así es que llegamos a la campaña del revés.
Sálvese quien pueda. Por estas horas, los intendentes del Juntos por el Cambio han decidido profundizar y ya no ocultar sus estrategias para conservar los distritos que gobiernan. Es por ello que los mensajes son si eufemismos. De manera directa le piden a sus votantes que corten la boleta y combinen la papeleta completa del Frente De Todos, es decir Alberto Fernandez- Cristina K, Massa, Kicillof y los legisladores provinciales con las suyas en el ultimo cuerpo que es el cargo de intendente, concejales y consejeros escolares. Es decir, están gastando recursos electorales para pedir el voto de los candidatos de otra lista. La jugada, que solo reviste la necesidad territorial local, se convierte en un juego peligroso para la conformación del futuro equilibrio del poder. Pero para ello habrá tiempo de sentarse a negociar. Sin municipio detrás, será imposible. Así piensan los alcaldes como una demostración más de la inexistencia de pertenencia partidaria.
Pero lo mismo sucede al revés. En aquellos municipios donde gobierna un intendente de Cambiemos, sus rivales peronistas, para poder acceder al poder le hacen campaña a Macri. ¿Cómo? Muy simple: destinan fondos para pagar, por ejemplo, aviones que vociferan frases como “el intendente es Macri”, o “el 27 de octubre vota a Macri y al intendente local”. Como se ve, resignan la posibilidad de difundir sus propios nombres a la espera de conseguir rédito electoral sabedores que la figura del presidente es un ancla para los jefes comunales locales. Alguien distraído que llegue un domingo a la mañana a esas comunas pensará con buen tino, que la propaganda la hace el gobierno local, en los muchas veces molestos aviones propagandísticos. No es así. A Macri lo han escondido de las fotos, afiches y mucho más de las visitas. De hecho, en la campaña de recorrida por las 30 ciudades que está encarando el jefe de Estado, no hay Marcha del “Sí se puede” en el Gran Buenos Aires. Lo más cerca que pasará será el miércoles 16 por la ciudad de La Plata.
El ejemplo más crudo de esta situación se vio en Mendoza, donde el ahora gobernador electo, Rodolfo Suárez denunció campaña sucia porque sus adversarios distribuían volantes con su figura asociada a la de Mauricio Macri. Insólito pero real. Para verificar la verosimilitud de ello hace falta darse una rápida vuelta por el conurbano. No sucede lo mismo con María Eugenia Vidal donde ella es recibida en los territorios por los intendentes y aún sobreviven los afiches con sus rostros juntos. No abundan, pero están. Es más, calculan que mejorará su performance del 11 de agosto a pesar de la campaña que muchos de ellos están haciendo para Kicillof al promover el uso de las tijeras.
El problema es que no hay certeza del éxito en la maniobra. El cálculo más optimista lo hacen en aquellos municipios donde en la PASO hubo interna en el Frente de Todos y allí los oficialismo locales pueden ir a buscar a los militantes y votantes que participaron de esa contienda pero perdieron. Entre ellos se puede trabajar el corte de boleta con mayor facilidad. Es decir, esos ciudadanos que ya votaron al Frente de Todos pero su candidato local no va a estar en octubre, podrían inclinarse por el jefe comunal de Cambiemos que, en muchos casos, hasta tiene origen peronista.
Entre estos casos se ubican Tres de Febrero, Lanús, Quilmes y General Rodriguez. En cambio, en aquellas comunas donde el peronismo ya fue con lista de unidad el margen para ir a buscar esos votos se achica mucho. En ese mapa se encuentran distritos como Pilar y Morón. En San Miguel también el Frente de Todos tuvo lista de unidad pero su candidato, Franco La Porta quedó 10 puntos por debajo del intendente Jaime Méndez. De todas maneras, en cualquier cálculo, el principal es que los ciudadanos quieran votar a su intendente. No todos han podido desplegar una gestión aceptable que merezca prolongación.
Distinta es la realidad de los alcaldes peronistas. Hoy transitan el camino con mayor tranquilidad a la espera de ampliar la cosecha el 27 de octubre y poder mostrar porcentajes que luego se pongan sobre la mesa para discutir el poder que viene. Mientras las pujas subterráneas se aceleran, en público muestran gestos de unidad. En los últimos días hubo dos de ellas. La primera en Merlo, donde Gustavo Menéndez- que asumirá el PJ bonaerense en diciembre – inauguró obras y fue rodeado por sus pares al punto de sumarlo en la foto a Gustavo Posse, el más peronista de los radicales del Gran Buenos Aires. La otra fue en Lomas de Zamora para la inauguración de un hospital. Se repitió la escena. Por esos tiempos, Axel Kiciloff seguía con su propio método de recorrer la provincia. Sabe muy bien que esas imágenes también tienen un mensaje para él.