Ante un grupo de empresarios, Mauricio Macri les aseguró que ganará las elecciones próximas. La idea es despejar las versiones que dan cuenta sobre la declinación de su postulación. Para ello necesita que funcionen las medidas lanzadas la semana pasada y sobre todo que no haya sobresaltos en el dólar.
Es la divisa norteamericana el verdadero “precio cuidado” que necesita el gobierno controlar para que no se dispare y arruine las expectativas del oficialismo. En las primeras horas del plan lanzado las señales no han sido buenas. Tras la semana santa, el dólar recuperó la carrera ascendente, el riesgo país volvió a subir y los bonos argentinos siguieron cayendo en el exterior después de un jueves negro.
Las expectativas son el principal insumo para la tranquilidad cambiaria. Y ellas se vienen deteriorando de la misma manera que los salarios argentinos en relación a la inflación que ha llegado al 11 por ciento en lo que va del año.
Desde el 15 de abril, el banco central posee 60 millones de dólares para aumentar la oferta sumados a las liquidaciones de la cosecha que este año será record. Sin embargo, la demanda tampoco decrece y más allá que muchos argentinos ya no compran dólares porque no les alcanza para hacerlo, los fondos de inversiones dejaron de ver atractivo permanecer en pesos y comenzaron a mudar sus portafolios.
A 60 días del cierre de las listas y la presentación de los candidatos, lo que aumenta es la incertidumbre política. En Cambiemos apuestan a polarizar con Cristina Kirchner y juegan con fuego. Dan a conocer encuestas donde perderían con la ex presidente e intentan generar el efecto pánico. Los mercados le responden. El límite entre el éxito de la maniobra es muy finito. Igual de estrecho que la posibilidad de encontrar los productos acordados en las góndolas.