Por Sebastian Dumont
La amenaza que le hicieron a la Ministra de Seguridad de la Nación que se viralizó el domingo pasado dejó muchas incógnitas pero una certeza. Advertir que habrá un crecimiento de la violencia y los crímenes en la provincia de Buenos Aires al estilo Rosario, no es novedad para nadie. Desde hace semanas, en los municipios del conurbano bonaerense vienen advirtiendo del crecimiento y la reimplantación de modalidades delictivas violentas que hace tiempo no se veían. De todas maneras, nadie lo relaciona con la oportuna aparición del video en cuestión, justo en el momento en que arreciaron las críticas por el no tratamiento de la ley de ficha limpia que supuso un entendimiento entre Javier Milei y Cristina Kirchner.
Desde las oficinas de las dependencias de seguridad en el Gran Buenos Aires han observado como una serie de episodios violentos se dieron en sus terruños donde la conclusión es la operatividad de bandas organizadas con fuerte arsenal que no se atemorizan ante las víctimas. No son robos al azar. Desde la balacera en la baja del Camino del Buen Ayre en la zona oeste del Gran Buenos Aires donde un financista fue atacado para robarle un botín millonario cuando salía de su casa en un lujoso country. O casos como la persecución con tiros incluidos de otra banda que estaba operando en Moreno y venían de Fuerte Apache. En ese caso, un delincuente murió pero se salvaron de milagro civiles que transitaban a esa hora por el sitio más concurrido.
Tan solo dos ejemplos recientes a los que podrían sumarse el asalto a una fiscal de Morón cuando llegaba a su casa con la misma modalidad. Es cierto que nadie va a sorprenderse por una modalidad que existe desde hace mucho tiempo. Pero sí preocupan ciertos comportamientos que implican una tarea más sofisticada. En ella se incluye armamento costoso y tarea de inteligencia. ¿Quienes están detrás de estas maniobras? Especulaciones sobran. Las miradas apuntan habitualmente a complicidades varias entre el hampa y quienes deben protegernos de ellos. Habladurías. Mitos de la geografía más caliente del país, el conurbano bonaerense.
La tensión llegó hasta las puertas del Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires Javier Alonso. Hay municipios donde directamente ya no reciben a los funcionarios de su cartera. “Vienen a decirnos lo que hay que hacer y ni siquiera mandan un peso para arreglar los patrulleros”, sostiene un funcionario de seguridad que se cansó de la situación y sabe que cuenta con lo propio, por poco que sea.
Pero más sorpresa causó entre funcionarios civiles y policiales cuando recibieron una convocatoria del Ministerio de Seguridad para participar de una reunión a los fines de abordar la problemática y se encontraron con una bajada de línea donde los más importante era destacar cuestiones de la agenda de género y adjudicar todos los males del momento al gobierno libertario de Javier Milei. Aquellos que concurrieron, se fueron anonadados. Ninguna solución, al contrario. Sostienen que vienen semanas complejas en un momento habitualmente delicado del año para la historia Argentina, el mes de diciembre.
La mayoría de los sondeos no muestran a la inseguridad como la principal preocupación de los ciudadanos. Es posible. Suele suceder cuando algo se convierte en familiar. La habitualidad a vivir con la posibilidad latente de ser víctima de un delito hace que el tema se invisibiliza y le dé lugar a cuestiones más urgentes y actuales o novedosas. Ahora, ya no es la inflación, sino la posibilidad de perder el trabajo o caer en la pobreza. Nadie, por ahora, imagina una campaña el año que viene en la provincia de Buenos Aires donde el eje sea la inseguridad como lo fue, por ejemplo, en 2009 cuando Francisco De Narváez decía tener un plan y le ganó a Néstor Kirchner.
La política bonaerense, en general, está en otra sintonía. Sus peleas internas desvelan al peronismo que discute por estar horas la mejor manera de ir a las urnas el año que viene. O si hay o no reelección para los legisladores e intendentes. Esa desconexión continúa siendo peligrosa para abordar el desafío que tienen y es encontrar la maneras de abordar a Milei y los suyos. El campamento libertario también tiene sus rencillas pero cuentan, al menos, con el ordenador que son los números con los que goza el Presidente. Aunque no deberían confiarse demasiado, debido a algunos síntomas tenues de una suba de precios en los comercios de barrio muy por encima de la inflación del indec. Es la rara sensación de sentir que alguien gana más en dólares pero compra menos leche o pan. Dilemas a resolver de una economía que han dejado patas para arriba.
En ese contexto, hay quienes ya piensan no sólo en el 2025 sino en el 2027. Sí, es así. Hay más de un intendente que sueña con construir su camino a la gobernación. Es legítimo, quizá a destiempo. Vaya uno a saber. Pero esas apetencias condicionan la actualidad. En el final del camino, se cree que la sangre no llegará al río y habrá una lista de unidad que evite una fragmentación de tal magnitud que Milei pueda festejar en el único lugar donde no lo pudo hacer el año pasado: la provincia de Buenos Aires.
Muchos de esos actores están descubriendo recién ahora que el Presidente tiene un manejo y una forma de abordar el poder más parecida a la concepción del peronismo que a las actuaciones culposas del PRO de querer aparentar republicanismo y quedarse a mitad de camino. Siempre es pertinente recordar una definición de Javier Milei mucho antes de pensar en ser candidato a diputado y mucho menos a Presidente. En una entrevista que le realicé en Canal 26 allá por 2020 me dijo: “No soy peronista, pero tampoco soy gorila”. En esa línea pensaban quienes ahora son la guardia pretoriana en las Fuerzas del Cielo. En esos tiempos, aseguraban que si el balotaje era entre Massa y Patricia Bullrich ellos votarían por Massa porque era lo más parecido al menemismo que reivindican. A propósito, el vínculo con Massa parece que no está para nada cortado entre Balcarce 50 y las oficinas de Avenida del Libertador – reducto de Massa – En esas misma locación, la semana pasada el líder del Frente Renovador se reunió con posibles reemplazantes de Jorge D´Onofrio si efectivamente, como se viene especulando hace tiempo, da un paso al costado. No es lo que dicen en sus oficinas de La Plata. Al contrario, sostiene que la justicia demostrará que las denuncias en su contra son infundadas y eso hará que siga en el cargo. ¿Eso sólo? Quizá haya que hurgar en los vínculos que tejió en estos tiempos con Carlos Bianco y Andrés Larroque para entender algunas cosas. Son esas mismas razones que a Kicillof no le gusta escuchar. Pero necesarias en cualquier armado y despliegue territorial.
Vaivenes de estos tiempos de la política. A un año de la irrupción de la experiencia libertaria, aún hay elementos para desentrañar y entender. Lógicas que han desaparecido y que afrontan nuevos desafíos. No sólo aquí en Argentina sino en el mundo. Son complejas de entender en otros contextos, tan difíciles como explicar que en el Líbano haya cristianos que miren con adoración a Vladimir Putin. Pero está pasando.